Natación
Mireia Belmonte reflexiona sobre el dolor en los deportistas: "Sé que lo voy a tener y hay que ir jugando con él"
La campeona olímpica, que no podía "peinarse o conducir" por su lesión, compite tras 14 meses de tortura con el hombro. Ella y el psicólogo José Carlos Jaenes reflexionan sobre la relación de los deportistas con el dolor. Sueña con sus quintos Juegos
Mireia Belmonte ni siquiera le decía a sus padres toda la verdad de por lo que estaba pasando. "Bien, ahí voy", contestaba cuando le preguntaban, pero su hombro derecho no funcionaba. La nadadora española ha dado millones de brazadas durante su vida, que le han llevado a ser campeona olímpica, del mundo y de Europa, entre otros éxitos, y aunque el cuerpo humano está creado para moverse, ella lo ha llevado al límite y ahora está pendiente de él para intentar cumplir su sueño: estar en París 2024, los que serían sus quintos Juegos. Después de 14 meses, ha vuelto a competir en una prueba internacional en Rotterdam. "Me siento muy afortunada de poder seguir compitiendo. He estado muy animada, muy entusiasmada, también nerviosa porque no sabía cómo me iba a encontrar después de tanto tiempo. Me encontré bastante bien para lo que tenía pensado en mi cabeza, porque siendo realistas antes de este fin de semana llevaba moviendo los brazos un poquito rápido sólo tres semanas, para mí era un reto importante poder competir y poder tirarme al agua", cuenta Mireia en un desayuno organizado con el Banco Santander, del que es embajadora.
Una persona tan metódica tantos años, ¿cómo afronta estar todos esos meses sin poder entrenar al cien por cien?
Me he pasado un año haciendo pies, sólo moviendo los pies. Para mí ha sido un año duro, no ha sido fácil, yo siempre tenía la rutina de entrenar, de decir: "Hoy me toca estilos, hoy me toca mariposa"; pero este tiempo sabía que el menú de cada día era hacer pies, siempre era hacer pies, y mentalmente no ha sido fácil, pero teniendo el objetivo de los Juegos tan cerca, merecía la pena intentarlo. Ahora estoy saliendo un poco de ese proceso.
¿Es fácil distinguir el dolor habitual del peligroso, el que puede llevar a una lesión?
Sé que dolor voy a tener cada día. Hay tipos de dolores, asumo que el dolor que siempre tengo es el normal. Yo nunca espero levantarme sin dolor, eso no está en mi cabeza, pero sí hay una alerta cuando dices: "Esto que he hecho me ha dolido más"; o: "Este dolor no lo tenía ayer". Entonces, ya sí que me preocupo, pero creo que hay que ir jugando con el dolor y también saber que en una lesión no es todo lineal, que hay días que duele más, otros que duele menos, y que cuando vas introduciendo movimientos o un tipo de ejercicios, siempre hay una adaptación del músculo, y en mi caso de la articulación. Es importante saber escuchar al cuerpo y también saber que hay cosas que son nuevas para el hombro y que van a doler más que otras.
"No podía peinarme, no podía conducir... Pero tenía la otra mano y sabía que no iba a ser para siempre"
El dolor es una señal de que algo no va bien, pero en el caso de Mireia (y de otros deportistas de élite, casi todos) es también lo contrario. Lo importante es saber distinguir una cosa de otra. En el caso de la campeona olímpica en Río 2016 la situación llegó hasta el punto de impedirle no sólo entrenar, también hacer algunas tareas cotidianas. "No sé, cosas como conducir, peinarme, pero con la otra mano sí podía y sabía que no iba a ser para siempre. Es intentar hacerlo como puedes y ya está", asume con cierta naturalidad. "Todo deportista tiene dolor, da igual la edad", prosigue la nadadora de 33 años.
"Siempre tengo la anécdota de Estefanía [Fernández, piragüista que ha logrado plaza para los Juegos] –cuenta el psicólogo José Carlos Jaenes– cuando era nueva en el Centro del Alto Rendimiento, se tiraba en la silla del despacho y decía: “Qué cansada estoy”. El estado natural de un deportista es estar cansado. Es muy difícil recuperarse de un día para otro. Lo que tienen que aprender es a convivir con el dolor. Es como un amigo desagradable, pero que va contigo a todas partes. También les insisto en que no se conviertan en cansados. Una cosa es estar cansado y otra vivir como si estuvieras cansado. Si le das vueltas todo el día pensando en el cansancio, el umbral del dolor baja y te vuelves más sensible», prosigue el psicólogo de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y de varios deportistas. "La mayoría de las veces el deportista es capaz de rendir incluso cansado. Aunque no sea amable, el dolor tiene que ser amigable", continúa Jaenes.
"Para el deportista, el dolor es como un amigo desagradable, pero que va contigo a todas partes"
Mireia Belmonte ha llegado a ese estado de convivencia con el dolor desde hace tiempo. Ahora, además, tiene una motivación extra. "Hay días que son más duros que otros, pero en mi caso al estar tan cerca París... Creo que es mejor tirarte a la piscina y decir 'vamos a intentar darlo todo', que rendirme. Si me hubiera rendido hubieran pasado los Juegos y me hubiera quedado esa espinita de no saber si hubiera podido estar en la final o en el podio, me hubiera quedado sin saber qué hubiera pasado", afirma Mireia. "Otra cosa que me parece importante para lidiar con la fatiga es seguir con el empeño de tener metas", añade Jaenes.
La forma de lograr la clasificación para los Juegos Olímpicos es en el Open de Primavera en junio. Lo de Rotterdam sólo ha sido una toma de contacto, dadas las circunstancias. Mireia no logró meterse en el Mundial de febrero en Doha. Considera que tiene tiempo para ponerse en forma y tiene a sus espaldas lo sucedido antes de Tokio 2020 (los Juegos se disputaron en 2021). En esa ocasión fue el hombro izquierdo el que la torturó. "Pasaban los meses y veía que no avanzaba, pero aprendí a que tenía que seguir, poner todo de mi parte para llenar ese día lo mejor posible", desvela Belmonte, que llegó justa a la capital de Japón y se quedó a un pelo de la medalla de bronce en 400 estilos. "Creo que ahora voy por el buen camino de poder hacer un buen papel en París", dice la voz de la experiencia.
Centrada en el mediofondo
Precisamente después de Tokio hubo un cambio importante en la vida de la catalana, ya que separó su camino de Fred Vergnoux, el técnico con el que ha logrado sus éxitos más importantes, y ahora está a las órdenes de Ben Titley, entrenador jefe de la Federación Española. Su idea es centrarse para París en los 200 y 400 estilos, y a ver los 200 mariposa, su prueba más exitosa ahora limitada por el hombro, o el 200 libre. Distancias de mediofondo, dejando los 800 y el 1.500, que exigen muchas horas de piscina y muchas brazadas en la preparación. "A día de hoy, como estoy, sí firmo el bronce, pero en un par de meses o tres te diría que no", responde. Si consigue que ese dolor sea amigable la respuesta es un "no" rotundo.
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