Amarcord

Los New York Rens o cuando los blancos, entonces, sí la sabían meter

El New York Renaissance, fundado hace un siglo, fue el primer equipo de baloncesto propiedad de un negro y compuesto sólo por afroamericanos

Los míticos New York Rens
Los míticos New York RensFotoLa Razón

Como no podía ser de otra manera en la década de los veinte del siglo pasado, los felices veinte, pero también los segregados veinte en la sociedad estadounidense, todo nació en un salón de baile. Bob Douglas, un brillante deportista y un sagaz empresario inmigrado a Nueva York desde la isla caribeña de San Cristóbal, fue el primero que intuyó que el baloncesto estaba destinado a convertirse en un deporte dominado por las cualidades atléticas de la raza negra. En 1908, fundó los Spartans Braves, que dominó durante los años siguientes los torneos amateurs reservados a «personas de color», como se decía entonces. Tras la Gran Guerra, vio claro que había que dar un paso más.

En los últimos meses de 1922 pergeñó su idea de formar un elenco profesional de jugadores negros para jugar partidos de exhibición contra los mejores equipos del país y encontró patrocinador en la figura de William Roach, otro visionario emprendedor negro que explotaba la sala de fiestas Renaissance, en la Séptima Avenida. Cedió su pista de baile principal para celebrar los partidos con la única condición de que el club llevase el nombre de su local: en la víspera de San Valentín de 1923, se presentaban en sociedad los Rens, que no jugaron su primer partido hasta el 3 de noviembre, cuando ganaron por 28-22 a los blancos del Collegiate Five. Se colgó el cartel de «sold out», fue un gran evento en Harlem.

En su primer lustro de vida, los Rens mantuvieron una rivalidad feroz con los Original Celtics, equipo bostoniano que ya representaba la quintaesencia del baloncesto blanco y que contaba con Joe Lapchick, que no era irlandés de origen sino polaco, un gigante de casi dos metros (1,98 en las estadísticas de entonces) que cobraba cien dólares por partido jugado, más que los cinco chicos de Harlem juntos. Pese a la diferencia presupuestaria, el balance de sus quince enfrentamientos fue equilibrado: ocho triunfos y siete derrotas para los de Massachusetts.

La leyenda de los Rens se forjó en interminables giras que organizaba Bob Douglas, propietario y entrenador al mismo tiempo, que los llevaron a establecer entre 1932 y 1933 un récord de 88 victorias consecutivas todavía imbatido en el baloncesto profesional estadounidense. Sin embargo, la cima de su arte llegó en un ambiente todavía más competitivo: el primer Campeonato del Mundo profesional que se organizó en Chicago en 1939. Allí se presentaron los neoyorquinos, que hubieron de aplicarse a fondo en las tareas de lobby para conseguir ser invitados, liderados por el panameño John Isaac, de quien se asegura que fue el inventor del «pick and roll», y por Puggy Bell, tirador infalible que fue elegido MVP del torneo. La final anticipada fue la semi contra los Harlem Globetrotters, el otro equipo de negros que ya les disputaba el cetro del baloncesto-espectáculo. Ganaron los Rens por un ajustado 27-23 y el último encuentro fue pan comido: 34-25, entonces una enorme ventaja de nueve puntos, frente al Oshkosh All Star de Wiscosin.

La edición de despedida de este Campeonato del Mundo, en 1948, supuso el adiós definitivo de los Rens, que fueron subcampeones al perder la final por 75-71 frente a nada menos que los Lakers, en aquellos tiempos todavía con sede en Mineápolis. La irrupción de la NBA en 1949 privó de sentido a estos equipos que jugaban sólo exhibiciones y Douglas prefirió «matar» a su criatura antes que verla languidecer lentamente. Aunque las fuentes discrepan porque en la época no se llevaban estadísticas de forma exhaustiva, la cifra más aceptada es que el New York Renaissance disputó en su cuarto de siglo de existencia más de 3.000 partidos con un balance de 2.588 victorias frente a 539 derrotas, un 83% de éxito que no ha sido aún superado en el deporte profesional estadounidense.