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Superación

De la pobreza al triunfo: el equipo femenino de críquet de la India emociona con su historia tras vencer en el Mundial

Se trata de la primera victoria del país asiático en el torneo internacional, después de haberse impuesto a Sudáfrica en una reñida final

La capitana del equipo de cricket femenino de la India, Harmanpreet Kaur, posa juntoa su familia
La capitana del equipo de cricket femenino de la India, Harmanpreet Kaur, posa juntoa su familiaAFP / Getty Images

En España, hablar de críquet no es lo común, pero en la India, hablar de ello es lo mismo que tener una conversación sobre el deporte más popular. Una encuesta llevada a cabo por el gobierno indio en 2016 reflejaba que más de 54 millones de personas practicaban con frecuencia esta disciplina a nivel nacional, dejando claro que hacía falta mucho para que se quedara sin adeptos.

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Esta semana, el Campeonato Mundial de Críquet femenino veía culminar su 13ª edición en una final de lo más emocionante. Los dos equipos que habían llegado hasta la última ronda, la anfitriona India y la visitante Sudáfrica se enzarzaban en un partido definitivo para intentar hacerse con el primer puesto del torneo.

Finalmente, fue el equipo indio el que consiguió la victoria, levantando el trofeo por primera vez en la historia de la competición, creada en 1973. Pero, más allá de haber sumado un triunfo en el palmarés, el equipo ha vencido en un juego más complicado que cualquier otro que pueda llevarse a cabo sobre el campo de juego.

La fuerza de cambiar el destino

En Moga, una ciudad del Punjab marcada por las dificultades, Harmanpreet Kaur aprendió a golpear pelotas con bates viejos mientras su padre, Harmandar Singh Bhullar, vendía leche para sostener a la familia. Ignorando las voces que cuestionaban por qué dejaba jugar a su hija, él eligió el silencio y la confianza. Aquella niña de campos polvorientos levantó, años después, la Copa del Mundo en Bombay.

La polivalente Amanjot Kaur creció entre virutas de madera en el taller de su padre, Bhupinder Singh, quien le talló su primer bate cuando no podían comprar uno. Su calma en la final, donde atrapó dos pelotas decisivas, reflejó la paciencia aprendida en casa, la misma que la llevó de los restos de madera al podio mundial.

En Kandivali, Mumbai, Radha Yadavcambió las pelotas de tenis de la calle por el estadio internacional. Tras firmar su primer contrato profesional, compró una pequeña tienda para su familia, a unos pasos del puesto donde su padre vendía verduras. Su hermana mayor dejó el críquet para que ella siguiera jugando: un sacrificio que floreció en oro mundial.

Por último, en las montañas de Himachal Pradesh, Renuka Singh Thakur aprendió el valor del sacrificio tras la muerte de su padre. Su madre, Sunita, trabajó en la administración pública para sostenerla, y los entrenadores le recordaban ese esfuerzo cuando las dudas aparecían. Años después, Thakur lideró el ataque indio en la final con precisión y disciplina, simbolizando la constancia que la llevó hasta allí.