Opinión

Nadal o cuando Dios se disfrazó de jugador de tenis

Todos los elogios a Rafa se quedan cortos

Rafael Nadal abraza el trofeo de campeón en Australia en los vestuarios del Melbourne Park
Rafael Nadal abraza el trofeo de campeón en Australia en los vestuarios del Melbourne ParkFiona HamiltonAgencia AP

Es imposible escribir sobre Nadal y ser original. No hay nada que no se haya dicho ya de él para valorar al deportista mas importante de la historia de nuestro país. Por repetitivo que parezca, todos los elogios se quedan cortos. Con problemas en el pie desde hace años, operado hace cuatro meses y sin poder entrenar antes de viajar a Australia por estar contagiado de covid. El propio Rafa ha reconocido que llegó a dudar sobre su capacidad para volver al máximo nivel.

Con todo y con eso se plantó en la final del primer Grand Slam de la temporada frente a un Medvedev de 25 añitos y probable numero uno del mundo el próximo mes de febrero. Cuando todo el mundo parecía haber perdido las esperanzas de que se convirtiera en el tenista más laureado de la historia y el ruso tenía medio título en el bolsillo, volvió a renacer, como tantas otras veces, remontando un partido apoteósico que formará parte de la historia del deporte.

Nadal es un ejemplo de esfuerzo, de fortaleza mental y de sacrificio. Representa a la perfección los valores del deporte en la victoria y más aún en la derrota. Sus declaraciones, sus palabras para los adversarios, su relación con Federer siendo su mayor rival... todo está repleto de gestos y palabras llenas de humildad y sentido común. Rafa es un ejemplo a seguir para cualquier niño, un espejo en el que mirarse los adultos en un tiempo de tanta confrontación. Es alguien a quien sólo podemos agradecer los grandes momentos que nos ha hecho vivir a sus fans. El gran Larry Bird dejó una frase para la historia definiendo a Michael Jordan cuando metió 63 puntos en el Boston Garden. Una frase que se le puede tomar prestada al exjugador de los Celtics para explicar la victoria de Nadal en Australia: Dios se disfrazó de jugador de tenis.