Tenis
La inquietante cuenta atrás de Nadal
«Mi sueño es llegar sano a París», es lo que pedía Rafa hace pocas semanas. Desde su entorno se apela al doctor Ruiz-Cotorro y a la paciencia para poder llegar a Roland Garros
Mientras los candidatos a alcanzar las rondas finales en París se están partiendo la cara en el Masters 1.000 de Roma o entrenando con normalidad, caso de Carlos Alcaraz en la Academia Equelite en Villena, Nadal y su médico de toda la vida, el doctor Ángel Ruiz-Cotorro, al que visitó ayer, pelean contra el tiempo y contra la lesión crónica de Rafa. «Hay que tener paciencia, veremos cómo se van desarrollando estos días», se apunta desde el entorno mas cercano del 21 veces ganador de Grand Slams. Lo de Roma ha sido un varapalo durísimo para el zurdo. Porque en Madrid se había sentido bien del pie, porque creía estar en el camino correcto y porque los plazos hasta el segundo set ante Shapovalov se estaban cumpliendo con una precisión esperanzadora. Pero en el segundo tramo del partido de octavos en el Foro Itálico ante el ruso –«Es duro ver a Rafa así de dolorido», comentó Shapovalov– todo se derrumbó y ha dejado a Rafa muy tocado.
La situación es inédita para el trece veces campeón en París. Al margen del estado anímico, los números no engañan a nadie. Resta una semana para el arranque del torneo –ocho o nueve días como máximo para el debut de Nadal– y Rafa se presentará en el Bosque de Bolonia, si es que la situación no termina de agravarse, con un balance raquítico, títulos al margen. Ha jugado sólo dos torneos sobre arcilla roja: Madrid, que tenía que ser poco más que un rodaje para ir cogiendo sensaciones y Roma, donde debía producirse el despegue para llegar en el mejor estado de forma al que era (y es) su gran objetivo de la temporada. Nada de nada. Sólo ha podido jugar cinco partidos, 13 sets. Ha estado en pista 11 horas y 26 minutos. Necesitaba más, mucho más. ¿La mejor prueba? Cuando acabó la segunda ronda en Roma ante Isner pidió pista de inmediato para poder seguir trabajando más allá de los dos sets ante el cañonero estadounidense. Era el mejor reflejo de la actitud con la que estaba en Italia. Ya lo avisaba en Madrid: «Necesito mejorar. Hay un camino para seguir hasta dentro de dos semanas y media, un camino para intentar llegar con opciones reales de generarme oportunidades y en eso estoy».
En la Caja Mágica, Nadal se sintió «bien del pie», sempiterna cojera al margen, y tenía tiempo para seguir puliendo detalles. Desde la capacidad de reacción, la velocidad a la hora de entrar y salir de la pista, la frescura de piernas para acompañarle en la lectura del partido, ser más dinámico, más veloz para poder invertirse y golpear de verdad con la derecha... Todo se ha ido al traste con las molestias crónicas provocadas por el síndrome de Müller-Weiss. Aquella lesión en el pie que adelantó LA RAZÓN en 2005 y por la que algunos tacharon a este periódico de alarmista.
La fisura en las costillas que sufrió en Indian Wells fue el contratiempo que marcó el arranque de su primavera. El objetivo de Rafa era intentar reaparecer en Estoril, pero los plazos le impidieron regresar en Portugal, en un torneo 250, a nivel del mar y con un cuadro y unas condiciones menos exigentes de las que se encontró en Madrid. No podía arriesgarse a reaparecer antes de tiempo y eso provocó que hubiera que esperar hasta el torneo de la capital. De Madrid se fue satisfecho tras la derrota ante Alcaraz en cuartos. El estreno ante Isner en Roma y el primer set ante Shapovalov ratificaron las buenas sensaciones, pero... hace semanas Rafa lanzó una frase que ahora está más justificada que nunca: «Mi único sueño a estas alturas es estar sano en París». La inquietante cuenta atrás, con la ayuda indispensable del doctor Ruiz-Cotorro, ya ha empezado.
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