Insólito: una botella de champán para el partido entre Alcaraz y Sinner

Wimbledon es mucho más que un torneo de tenis: es una experiencia y una tradición. La final entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner ha confirmado, una vez más, por qué el All England Club es el epicentro de las grandes historias del deporte. La atmósfera era eléctrica desde el primer punto, con la pista central repleta y un público expectante ante el duelo entre el número uno y el número dos del mundo.

Primer set: Alcaraz impone su ley

Carlos Alcaraz llegaba a esta final con la confianza de quien ha conquistado Wimbledon en dos ocasiones consecutivas y acumula veinte victorias seguidas en la hierba londinense. Su camino hasta aquí fue impecable, superando a rivales de la talla de Fognini, Rublev y Fritz, entre otros. Enfrente, Jannik Sinner, el italiano que ya le había derrotado en Wimbledon 2022 y que venía de eliminar a Djokovic en semifinales, buscaba su primer título en el césped británico.

El primer set fue una muestra de la madurez y el carácter de Alcaraz que finalmente se llevó la primera manga por 6-4, desatando la ovación de la grada. Y la admiración rendida de todo el mundo, entre ellos, Rafa Nadal.

Segundo set: Sinner responde

Lejos de venirse abajo, Sinner demostró por qué es el número uno del mundo y uno de los jugadores más regulares del circuito, mostrando una mentalidad fría y una capacidad de reacción digna de los grandes campeones. El partido alcanzaba un nivel de intensidad y emoción que solo se ve en las grandes finales. El público alternaba el silencio reverencial en los puntos decisivos con estallidos de aplausos tras cada jugada espectacular.

El momento insólito: el descorche de champán

En medio de la tensión y la concentración, Wimbledon volvió a regalar una de esas anécdotas que solo pueden ocurrir en su césped.

Cuando Sinner se disponía a sacar el silencio absoluto fue roto por el inconfundible sonido de una botella de champán descorchándose. El eco del corcho rebotó en las paredes de la pista central, arrancando sonrisas y miradas cómplices entre los presentes.

El juez de línea, con la flema británica que caracteriza al torneo, no dudó en interrumpir el juego para pedir amablemente al público que evitara ese tipo de celebraciones durante los puntos. “Por favor, no descorchen champán mientras los jugadores están sacando”, se escuchó por el sistema de megafonía. El episodio, tan surrealista como elegante, arrancó una carcajada general y se sumó a la colección de historias insólitas que solo pueden vivirse en Wimbledon.