
Tenis
Mensik gana a Djokovic la final de Miami y le impide conquistar su título número 100
El joven checo de 19 años da la campanada (7-6 [7/4] y 7-6 [7/4]) ante un rival que empezó con el ojo derecho hinchado y acabó desfondado

A la primera, no. El resto de Novak Djokovic fue a la línea y tocó por fuera, por centímetros. El joven Jakub Mensik no se lo creía, pero la bola entró. Eran las ganas de que se hubiera marchado, porque estaba a punto de conseguir derrotar a la leyenda. A ese momento se repuso y la siguiente oportunidad, le salió un saque abierto perfecto que le llevó a la gloria: 7-6 (7/4) y 7-6 (7/4) y victoria para el tenista checo en la final del Masters 1.000 de Miami, mientras que el serbio tiene que seguir buscando el título 100 que tanto se le resiste. Sería el tercer jugador que lo consigue en la historia, tras Jimmy Connors (109) y Roger Federer (103), pero tendrá que esperar. La corona 98 fue en la Copa de Maestros de 2023 y desde ahí no ha ganado ningún título más del circuito, ya que el 99 fue el oro logrado en los Juegos de París.
Empezó con problemas Djokovic y acabó desfondado, en un partido que comenzó con cinco horas de retraso por culpa de la lluvia. En el calentamiento, el serbio asustó, pues se presentó con el ojo derecho hinchado, en lo que parecía que podía ser un orzuelo, una incomodidad extra en un deporte en el que son necesarios todos los sentidos. Se le vio incómodo por eso motivo desde el arranque, y cedió un break a la primera. Pero del 3-0 inicial logró recuperarse e incluso hacerse con el dueño de la situación y de los intercambios. Mensik, que en los juegos iniciales podía con todo, ya sólo sumaba puntos con el saque, pero Novak falló esta vez en el desempate, que suele ser su terreno favorito. Regaló demasiado al principio, y de ese 5-0 ya no pudo volver.
La historia se repitió en el tiebreak del segundo set, al que se llegó sin que Nole tuviera más pelotas de rotura, por dos del checo, que no logró concretar. La diferencia es que en esta ocasión el ganador de 24 Grand Slams estaba completamente desfondado. En los descanso, pedía unos guantes helados para secarse la cara y que apoyaba en las orejas para refrescarse. Ya antes había intentado un cambio de zapatillas, pues las que llevaba tenían mucho agarre y no le dejaban resbalar y era incluso peligroso. Se golpeaba los muslos con la raqueta para activarse y sus miradas a su banquillo, en el que estaba Murray, eran demoledoras. Algo no iba bien y esta vez la resiliencia del tenista de Belgrado no fue suficiente. Otra de las imágenes fue cuando en el sexto punto del segundo desempate, tras un intercambio agotador, Nole acabó en el suelo destruido, y después, mientras espera el resto siguiente, buscaba aire de forma desesperada. Iba al límite. El duelo acabó con los dos jugadores sumando idéntico número de puntos, 76, pero esta vez los importantes cayeron para el novato.
Un circuito sin dueño
Porque para Mensik era la primera vez en un escenario así, y sólo se dejó llevar por la emoción al final, con el sentido abrazo de Djokovic para felicitarlo, que hizo incluso que le saltara alguna lágrima. El primer torneo que conquista en su carrera es para enmarcar, pues ha derrotado a tres “top 10” (Fritz y Draper antes de Djokovic). Tiene un saque impresionante, pero su juego va más allá, porque desde el fondo resiste y tira duro. Su triunfo es otra muestra de que el circuito, a la espera de que vuelva Jannik Sinner a la acción, no tiene dueño. Los miembros del “top 10” dudan y son irregulares, y los ganadores de los dos primeros Masters 1.000 del curso no entraban en las apuestas: en Indian Wells, Draper; y en Miami, Mensik. Tiene, además, ambición el chaval: "El primero de muchos", escribió en la cámara.
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