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Un paseo de 200 metros
Usain Bolt no tiene rivales en la pista. Cuando corre lo hace contra sí mismo y contra la historia. En la final de 200, Bolt sólo perdió con Bolt. Ganó su séptimo oro mundialista con una marca de 19.66. Un registro que para cualquier mortal sería extraordinario para el jamaicano no significa demasiado. Ha corrido nueve veces más rápido que en la final del doble hectómetro, es la décimo octava mejor marca de la historia y eso que en los últimos 40 metros, con la victoria asegurada, se dejó llevar mirando a la grada, al marcador, al cronómetro y pensando en los bailecitos del show posterior a la carrera. Jamaica no pudo repetir el triplete logrado en los Juegos de Londres por una centésima, la que separó a Ashmeade del bronce que se llevó el estadounidense Curtis Mitchell con 20.04. Warren Weir, el tercer jamaicano y que había sido bronce en los Juegos, subió un peldaño con su mejor marca personal, 19.79.
La final del 200, la prueba favorita del caribeño y con la que se convirtió en un fenómeno mundial, era poco más que un trámite para un objetivo mayor: superar a Carl Lewis como el atleta más laureado en la historia de los Mundiales. Para ello hoy «sólo» tendrá que ganar el oro con Jamaica en el 4x100.
Hubo carrera mientras quiso el «Relámpago». Con su compatriota Yohann Blake lesionado y con Tyson Gay sancionado por dopaje, quedaba por saber hasta qué punto se exigiría Bolt. En año postolímpico tampoco se pueden pedir milagros, así que... No fue demasiado. Salió tan mal como de costumbre. Su tiempo de reacción fue el peor de los finalistas, pero en el ecuador de la curva comenzó la estampida. Sus 50 metros antes de entrar en la recta, cuando ya ha recuperado la vertical, no tienen comparación con ningún otro atleta. Él va en un F-1 y el resto viaja en utilitario. Antes de llegar al último 100, el oro ya era suyo. Para evitar sorpresas apretó hasta alcanzar la mitad de recta y luego se dejó ir como si al lado tuviera una pandilla de juveniles. Luego se justificó: «Cuando entré en la recta me sentí cansado, con las piernas un poco pesadas. Mi entrenador me dijo que no empujara mucho, si podía evitarlo, de ahí que aflojara en la recta». Sin forzar hizo 19.66, forzando había bajado en al menos dos décimas esa marca.
La pequeña herida en el pie que sufrió en un tropezón durante unos entrenamientos no fue obstáculo para convertirse en el primer atleta de la historia que repite doblete en las pruebas de velocidad en un Mundial. Hace ya ocho años que Bolt se presentó en sociedad en los Mundiales de Helsinki. Físicamente era la mitad de lo que es ahora y en aquella final sólo pudo ser octavo por culpa de un tirón. Dos años después, en Osaka, ya fue plata. Tyson Gay fue su verdugo. En 2009 comenzó su dominio y hasta hoy que cerrará los campeonatos con el relevo corto. Pero Bolt no se quiere quedar aquí. Pretende llegar a los Juegos de Río con 30 años para intentar un nuevo triplete olímpico y convertirse, si no lo es ya, en el más grande de la historia: «Mi objetivo es defender mis tres títulos en los próximos Juegos, algo que nadie ha conseguido jamás y estos Mundiales son un paso hacia ese objetivo».
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