Ciclismo

Van der Poel levanta su primera piedra

El neerlandés logra su primera París-Roubaix, su segundo monumento del año y el cuarto de su carrera

Ciclismo.- El neerlandés Mathieu van der Poel se exhibe en la París-Roubaix y suma tres 'monumentos' diferentes
Van der Poel, en el podio de Roubaix Europa Press

El palmarés de Mathieu van der Poel engorda a base de una dieta compuesta sólo de monumentos. El neerlandés ya ganó en San Remo hace unas semanas y ahora se ha impuesto en la París-Roubaix, una carrera que parece hecha para él pero que no había conseguido dominar hasta ahora. Llegó solo a la meta después de muchos ataques de y de sortear infortunios.

Se cayó Sagan en la que era su última participación, se cayó Van Baarle, el ganador del año pasado, pero Van der Poel tiene la virtud de saber mantenerse siempre en pie. Lo hizo en el Carrefour de l'Arbre, el último tramo decisivo de pavé, en el que quedó atascado entre su compañero Philipsen y Degenkolb. El alemán se fue al suelo, por suerte cayó en la hierba, y ese momento lo aprovechó Van Aert para lanzar su ataque. Van der Poel no renunció y se fue a por el belga. Parecía que otra vez el destino volvía a juntarlos en la pelea por una carrera. Ninguno de ellos la había ganado hasta el momento y ya era hora, Pero Van Aert se quedó atrapado por culpa de un pinchazo y Van der Poel ya no tuvo rival. Los últimos 15 kilómetros fueron una contrarreloj para él, que volvió a librarse de una caída en una curva antes de llegar completamente solo al velódromo de Roubaix. Mientras daba la vuelta iba ya saboreando su victoria. La segunda de la temporada, el segundo monumento, el cuarto de toda su carrera. Por detrás, mientras él cruzaba la línea de llegada, se acercaban Philipsen y Van Aert, que hacían su primer paso por meta antes de jugarse el segundo puesto. Philipsen levantaba los brazos para celebrar el triunfo de su compañero, que se llevaba las manos a la cabeza. Como si no se lo creyera, como si no fuera consciente de lo bueno que es.

Philipsen completó la exhibición de su equipo, el Alpecin, que superó a Van Aert en el esprint. «Hemos trabajado como un equipo hoy. Es difícil hacerlo mejor que esto», decía después el ganador. «Es increíble, es difícil de describir», reconocía después de ganar la edición número 120 de la Roubaix. «He hecho mi mejor campaña de clásicas de siempre. Ganar aquí es un sueño. A veces odias la París-Roubaix y hoy la amas. Ha sido una locura, me he sentido superfuerte», admite. La Roubaix también la quiere a él.