Especial Energía
Pandemia energética con inflación
Las subidas de los precios del crudo, el gas, el carbón y, de rebote, la luz, han provocado una especie de pandemia energética global que, en casos como el español, viene acompañada de un rebrote virulento de la inflación
Teresa Ribera, «vice» tercera del Gobierno y ministra de Transición Ecológica, y hasta ahora activista medioambiental declarada, se fue el miércoles a Argelia para intentar asegurar el suministro de gas de ese país, vital para España. La ministra recibió buenas palabras de su homólogo argelino, Mohamed Arkab, pero el gasoducto del Magreb, que pasa por Marruecos, seguirá cerrado por la pugna entre ambos países, que han roto relaciones. Los argelinos venderán a España el gas que necesite, pero será España quien tenga que organizar y pagar cómo lo trae, y no hay otra forma que barcos metaneros, un transporte ahora muy demandado y, claro, más caro.
Es el penúltimo efecto directo de la pandemia energética que ha seguido a la del covid-19 y que también tiene un alcance global, aunque los países con menos recursos energéticos como España sufren más. Ahí está, ese 5,5% de inflación interanual registrada este mismo mes y que debería activar todas las alarmas. No está claro, sin embargo, cuánto le preocupa a Pedro Sánchez, aunque sí a la «vice» primera Nadia Calviño, mientras que la «vice» segunda, Yolanda Díaz, seguro que estará a favor de todo tipo de indexaciones automáticas, salarios incluidos, lo que cebará todavía –si se aplica– la perversa espiral inflacionista.
La pandemia energética es la consecuencia de la subida, casi simultánea, de los precios del petróleo, el gas, el carbón y, de rebote, la luz. Además, para complicarlo todo algo más, también suben con fuerza los precios de las principales materias primas e imprescindibles para el buen funcionamiento del sistema productivo. Todo unido, como si también fuera una tormenta perfecta, pone en jaque a la economía mundial –y más a la española–que está ante una nueva crisis energética, quizá no tan terrible como la de los años 70 del siglo pasado pero, en cualquier caso, temible.
“Winter is coming”
«Winter is coming», algo así como «¡viene el invierno!», es la advertencia generalizada de los expertos económicos en todo el mundo. El próximo invierno aumentará los desequilibrios entre la oferta y la demanda de combustible en casi todas partes, lo que avivará las crisis regionales o locales. La economía china, dentro de sus parámetros de crecimiento, está al ralentí. Ha adoptado medidas draconianas de ahorros energético, lo que incluye paralización de fábricas, mientras intenta comprar todo el gas que puede para asegurarse suministro para el inminente invierno.
La Rusia de Vladimir Putin, que tiene las mayores reservas de gas, juega sus bazas geoestratégicas. El dirigente ruso puede dejar en los meses próximos a Europa helada que, para evitarlo, tendrá que pagar más y hacer nuevas concesiones a la política del Kremlin. Hasta ahora, al menos en teoría, Moscú cumple los contratos, pero cuando la Unión Europea intenta comprar más gas, Gazprom, el gigante energético paraestatal, da largas. Los expertos de Bloomberg aventuran que el almacenamiento de gas ruso para el consumo está en mínimos tras el muy frío invierno pasado al que luego siguió un verano especialmente caluroso. Todo eso disparó el consumo energético, lo que ahora significa que Gazprom necesita tanto gas para el consumo propio como el que exporta a Europa. Hay gas suficiente, pero la capacidad de extracción también tiene sus límites, tanto en Rusia como en Argelia.
La pandemia energética o tormenta perfecta ya deja los primeros efectos, sobre todo en forma de inflación, también alimentada por los cuellos de botella del comercio mundial y por el desabastecimiento de algunos productos y componentes, chips entre ellos. Un 5,5% de inflación en España y un 4,6% en Alemania son porcentajes muy elevados, sobre todo porque hace unos meses los precios permanecían estables. Ahora las alzas han sido repentinas.
En noviembre, el IPC español puede rondar el 6%. Los expertos y el Banco Central Europeo, de Christine Lagarde, creen que esta inflación es un fenómeno temporal, aunque la presidenta de la institución admite que es mayor de lo que esperaban. En España, el gran problema es que, en lugar de coyuntural se convierta en estructural por la histórica dependencia energética del país. Pandemia energética con inflación. Un cóctel demasiado explosivo y peligroso.
La solución siempre pendiente para el futuro de las pensiones
El Banco Central Europeo, que preside Christine Lagarde, y que debate cómo afrontar los ya más que repuntes inflacionarios, ha lanzado una advertencia sobre lo que considera «riesgo sistémico» de la industria de fondos de inversión. El patrimonio acumulado en fondos en la zona euro supera los 15 billones de euros. Si, por ejemplo, en momentos de crisis, muchos gestores decidieran vender al mismo tiempo las consecuencias podrían ser dramáticas.
El índice Sandwich de Bloomberg confirma la vuelta a la oficina
Los índices y los indicadores se multiplican, algunas denominaciones en principio sorprendentes. Es ya tan popular como histórico el de la hamburguesa que elabora «The Economist» y mide el poder adquisitivo en distintos países. Ahora se suma uno nuevo, alumbrado por Bloomberg. Se trata del índice Sandwich, que mide la cantidad de sandwiches que vende la famosa cadena de comida Pret a Manger en distintos lugares mundo, elegidos por su representatividad, como Nueva York, Londres, París y Hong Kong. El índice indica que en la zona financiera ya se venden el 71% de sandwiches de los que se vendían antes de la pandemia. En Hong Kong la recuperación llega al 81% y en París al 69%. Nueva York, sin embargo, va más retrasada, pero la tendencia clara es la vuelta a la oficina.
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