Opinión
Gustavo Petro se pone en camino hacia el endeudamiento, los aranceles, más impuestos y subsidios a granel
El nuevo presidente de Colombia imprimirá un giro de 180 grados a la política económica del país, pero a qué coste
Gustavo Petro será el próximo presidente de Colombia. El economista ex guerrillero impulsa un programa declaradamente de izquierdas que imprimirá un giro de 180 grados a la política económica del país. Entre sus propuestas más polémicas encontramos las siguientes. Primero, poner punto final a las nuevas inversiones en hidrocarburos. Aunque Colombia es exportador neto de petróleo y de carbón, Petro quiere acelerar la transición energética –no solo de su país sino también, al parecer, del resto del mundo– y para ello impedirá que se siga invirtiendo en este sector, de modo que el suministro mundial de crudo y carbón se verá afectado a medio plazo por esta decisión política. Segundo, estatalización de los planes privados de pensiones.
Ahora mismo, los colombianos ya pueden escoger si desean cotizar al sistema público o al sistema privado de pensiones. Nadie impone nada a nadie. Sin embargo, como el sistema público es deficitario, Petro quiere obligar a todos los ciudadanos a que empiecen a cotizar al público. Una forma de tapar el agujero en el presente a costa de subirlo en el futuro. Tercero, una fortísima subida de impuestos a los ricos con los que pretende sufragar todo su expansivo plan de gasto público: el problema ya no reside únicamente en que ello vaya a ahuyentar la inversión –puede que el próximo éxodo de grandes fortunas hispanoamericanas a Madrid sea de colombianos–, sino que las cuentas fiscales no le cuadran por ningún lado.
Ni siquiera expropiando el 100% de los ingresos anuales de los ricos colombianos, Petro lograría hacer buenas sus promesas de gasto… de modo que Colombia se encamina probablemente a mucho más endeudamiento. Cuarto, aranceles y subsidios: en lugar de fomentar la competitividad de la economía doméstica con reformas y liberalizaciones que permitan capitalizar la economía e incrementar su productividad, Petro promete proteger al agro colombiano frente a la competencia extranjera y subsidiar a aquellos otros sectores menos eficientes.
No es que Colombia no estuviese recurriendo ya a tales malas artes proteccionistas, pero con Petro irán a más, lastrando el crecimiento económico del país. Los colombianos, probablemente sin que muchos sean conscientes de ello, se enfrentarán a un complicado horizonte en el medio-largo plazo.
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