Subvenciones

La UE abraza el proteccionismo para hacer frente a EE UU y China

Bruselas cambia el guion y permite por primera vez inyectar dinero público para evitar fugas de empresas. «La auténtica competencia no es entre países europeos. Es contra China y EE UU»

US President Joe Biden crosses his fingers while talking with President of the European Commission Ursula von der Leyen, left, at the global meeting of G20 leaders in Nusa Dua, Bali.
US President Joe Biden crosses his fingers while talking with President of the European Commission Ursula von der Leyen, left, at the global meeting of G20 leaders in Nusa Dua, Bali.Leon NealAgencia AP

La UE empieza a enseñar los dientes y adaptarse a un mundo con una competencia cada vez más feroz. Aunque Bruselas sigue vigilando de cerca las ayudas públicas concedidas por los Estados miembros para que las empresas europeas compitan en igualdad de condiciones en el mercado único, la política de subsidios puesta en marcha por EEUU y China está haciendo que el Ejecutivo comunitario, quien debe velar por la libre Competencia, esté cambiando paulatinamente las reglas del juego.

Esta legislatura que ya encara su recta final ha estado protagonizada el choque entre la comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, y el comisario de Mercado interior, el francés Thierry Breton. Mientras la primera ha defendido una política de competencia rígida basada en la concepción nórdica, en la que prima la libre elección de los consumidores europeos, el segundo ha apostado por abrir la mano y permitir que los países europeos inyecten dinero público para luchar contra EEUU y China en el tablero global. Durante la primera parte de la legislatura, Vestager se opuso con fiereza a la creación de los denominados “campeones europeos”, grandes empresas que apoyadas por dinero público pudieran plantar cara a las corporaciones de otras potencias. Vestager argumentó que esta posibilidad tan sólo beneficiaría a Alemania y Francia, los países con más capacidad presupuestaria, y que esto menoscabaría al resto de empresas europeas y a la libertad de elección de los consumidores de los Veintisiete. “No serán campeones europeos sino campeones franceses o alemanes”, alertaban fuentes diplomáticas españolas que compartían el enfoque de la danesa.

Ayudas estatales

A pesar de esto, ante la inmisericorde competencia de China en ámbitos como las baterías, indispensables para la puesta en marcha del coche eléctrico, la Unión Europea decidió favorecer las ayudas estatales para los denominados proyectos importantes de interés común europeo (PIICE) por que el varios Estados miembros pueden apoyar proyectos trasnacionales de importancia estratégica para la UE, siempre y cuando estas iniciativas tengan como objetivo la innovación y no cubran la producción a gran escala ni las actividades comerciales. A cambio de la luz verde a estos proyectos, las autoridades nacionales y las empresas deben comprometerse a la propagación de nuevos conocimientos en la UE y a demostrar que no se está distorsionando la libre competencia en el mercado único. Aunque en un principio estas iniciativas estaban centradas en el coche eléctrico, en el mes de diciembre la UE dio luz verde a un proyecto de computación en el que participan 12 países, entre ellos España, para poner en marcha infraestructuras y servicios en el ámbito de tecnologías en la nube y computación.

Pero aunque China es un importante competidor, no es el único. Tras años en los que la Unión Europea intentó convencer a Donald Trump de la necesidad de luchar contra el cambio climático, la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca supuso una buena noticia. Pero la euforia ha dado paso a la preocupación. EEUU está dispuesto a incentivar el despliegue de energías limpias, pero a costa de perjudicar a las empresas europeas que sólo recibirán estos subsidio a través de créditos fiscales ilimitados si se instalan en el país. Un giro proteccionista de Biden que se parece mucho al America First de su predecesor.

IRA: una inyección de 369.000 millones de dólares

A través de la denominada Ley de Reducción de la Inflación (IRA por sus siglas en inglés), puesta en marcha en agosto de 2022, Washington pretende inyectar sin cortapisas hasta 369.000 millones de dólares para ayudar a las empresas en la transición energética, lo que amenaza con acabar atrayendo a empresas europeas y causar toda una estampida de recolocaciones.

La UE ha decidido adaptarse a esta situación con un cambio temporal de las normas de Competencia que permite por primera vez que los países europeos concedan una ayuda similar a la que ofrece un país tercero para evitar la fuga de empresas. Está previsto que esta nueva herramienta esté operativa hasta finales de 2025. Esta semana se produjo el primer caso. La Comisión Europea ha dado luz verde a que Berlín inyecte 902 millones de euros para que la empresa sueca de baterías Northvolt se instale en Alemania y no huya a EEUU.

Esta planta de baterías se alojará en la ciudad de Heide y se calcula que supondrá la construcción de entre 800.000 y 1.000.000 de coches eléctricos al año. Esta fabrica comenzará a funcionar en 2026 y se espera que consiga su plena capacidad de producción en 2029.

“Esto allana el camino para una mayor producción europea de baterías”, anunció Vestager en una comparecencia conjunta con el ministro de Economía y Acción por el Clima alemán, Robert Habeck. Las reglas de excepcionalidad que entraron en vigor durante la pandemia, para permitir que los Estados europeos salieran al rescate de sus empresas, acabaron beneficiando a aquellos países con un mayor músculo económico, como Alemania. Ahora vuelve a llover sobre mojado. Consciente de que este nuevo enfoque del Ejecutivo comunitario puede desatar controversia en otras capitales con abultados déficits y que no pueden responder con dinero contante y sonante, el ministro alemán intentó calmar las aguas. “La auténtica competencia a la que nos enfrentamos no es entre Alemania e Italia o entre Dinamarca y Holanda o entre Hungría y Chequia. Es entre Europa y China y Estados Unidos”, explicó en rueda de prensa. Ese mismo día, Bruselas también autorizó un plan para que Francia utilice 2.900 millones en créditos fiscales para empresas que fabriquen paneles solares, baterías, turbinas eólicas y bombas de calor .