Economía

Las cuentas de las pensiones: por qué no es un chicle que se pueda estirar hasta el infinito y las cuatro soluciones

La OCDE alerta sobre el gran desfase entre ingresos y gastos del sistema español

Pensionistas
PensionistasJesús G FeriaLa Razón

Figura en los Evangelios y se ha convertido en un proverbio muy popular: «no hay peor ciego que el que no quiere ver». Y eso va, tanto por los del Gobierno, como por una parte de los ciudadanos. Me refiero, en primer lugar, al asunto de las pensiones: las cuentas son las cuentas y, nos pongamos, como nos pongamos, esto no es un chicle que se pueda estirar hasta el infinito. Lo ha vuelto a poner de manifiesto durante las últimas horas la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que ha alertado sobre el gran desfase entre los ingresos y los gastos del sistema, lo que se va a traducir en un aumento constante del déficit. Primera solución: reformar el sistema para gastar menos, a pesar del crecimiento en el número de pensionistas durante los próximos años, lo que significaría reducir el montante de las pensiones; segunda, aumentar el número de trabajadores cotizantes; tercera, una combinación de los dos anteriores y, cuarta, inyectar dinero al sistema mediante impuestos. Lo que no vale es ponerse una venda en los ojos para no ver el problema o esconder la cabeza.

Se suma esto que dice la OCDE a lo que ya ha advertido en varias ocasiones la Autoridad Fiscal Independiente (AIReF) sobre este espinoso problema. Por cierto, desde esta última se han despachado a base de bien contra lo que ha anunciado la «vice», a la vez que ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para reducir el déficit. Argumentan desde este organismo, que tiempo atrás estuvo presidido, aunque ahora parezca que eso fue imposible, por un tal Escrivá, que actualmente se cobija en el Gobierno, que el plan gubernamental hecho público el martes no es realista y «no se ajusta a la ley», además de estar vacío y ser poco, por no decir nada, concreto.

Y, de falta de concreción se puede calificar el acuerdo alcanzado en la Cumbre del Clima, la COP 28 para reducir el uso de energía fósiles. Es verdad que se ha establecido este objetivo, pero no se ha dicho, ni cuándo, ni cómo, ni en qué plazos. Se trata de un pacto que, por un lado, contenta a todos y, por otro, también «descontenta» a todos, Vamos, la botella por la mitad, como suele ser habitual.