Vivienda

El sector hotelero, el gran perjudicado por las viviendas de uso turístico

«Corremos el riesgo de que Madrid pierda toda su esencia y muchos barrios se conviertan en meros parques temáticos»

Airbnb es el líder en la European Holiday Home Association, donde están Tripadvisor o HomeAway/ dreamstime
Airbnb es el líder en la European Holiday Home Association, donde están Tripadvisor o HomeAway/ dreamstimelarazon

El alquiler vacacional ha dejado de ser una opción «low cost» para imitar los servicios de los hoteles, como el de boutique o el «bed and breakfast». La competencia ha hecho cerrar establecimientos.

El sector hotelero, ese que en un país tan turístico como España parecía un lobo grande y fuerte de colmillos afilados, ha cambiado su rol. Las plataformas de alquiler vacacional han pasado a ser las fieras y los hoteles, caperucitas que miran con miedo el avance del fenómeno de las viviendas turísticas. Aunque las autoridades locales intentan que el cuento regrese a la normalidad, el verano que se aproxima, el sector hotelero continuará perjudicado por la nueva competencia, definida como «desleal» por Mar de Miguel, secretaria general de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM).

La oferta hotelera sólo ha avanzado un 2% los últimos dos años, mientras que la de las VUT ha aumentado un 168%. No todos pueden aguantar el tirón del alquiler turístico, y algunos hoteles han cerrado sus puertas. Así, en la Comunidad de Madrid, donde actualmente hay más de 16.000 pisos vacacionales, en 2014 existían 420 establecimientos hoteleros. 2016 se cerró con 409, según datos de la AEHM.

Y es que ya no se trata simplemente de que las ofertas de Airbnb, HomeAway o Wimdu sean más económicas, sino que los hoteles están viendo como estas plataformas han copiado sus servicios. Una de las compañías analistas de datos de Airbnb, Airdna, afirma que «por experiencia sabemos que Airbnb es un mercado que está dejando de ser exclusivamente para alojamientos alternativos ‘low cost’ para “millennials”, para convertirse en una plataforma de marketing y reservas (compitiendo con los actores más importantes de la industria del turismo) muchos de las nuevas ofertas en Airbnb son “bed and breakfasts” y hoteles boutique».

A la actividad del sector hotelero, por lo tanto, le ha salido un imitador que supone un riesgo para el desarrollo de los establecimientos reglados ya existentes. De esta manera, el turismo español se vería bastante dañado, explica De Miguel: «Llevamos años realizando esfuerzos para mejorar nuestra planta hotelera y garantizar, de este modo, un servicio de calidad y de excelencia, contribuyendo en la imagen que se proyecta de la capital. Sin embargo, la irrupción de estos alojamientos no reglados pone en peligro el modelo de turismo de calidad y sostenible que defendemos».

Lógicamente, ante esta situación, el sector recibe de buena gana cualquier limitación a la expansión del alquiler turístico. La regulación presentada en Madrid, que eliminará el 95% de las VUT. «Opinamos que ha sido una Administración sensible a la problemática de este tema», asegura la secretaria general de la AEHM.

Lagunas reguladoras

No obstante, aún quedan algunas lagunas en la normativa. «Deja en el aire el procedimiento que empleará para hacer cumplir con la frontera de 90 días o la aplicación de medidas restrictivas sobre los establecimientos reglados, un asunto que nos preocupa dado que nuestro sector siempre ha cumplido con las normas urbanísticas, así como con el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del Ayuntamiento de Madrid», añade De Miguel.

Aunque son las administraciones municipales las que están tomando la iniciativa (no sólo en España), el sector hotelera reclama una normativa estatal que controle el alquiler turístico para impedir el fraude fiscal y para evitar que se cree una burbuja turística en nuestro país que explote justo en el momento en el que más aporta a la economía nacional.

No parece que los estados, al menos los que forman parte de la Unión Europea, vayan a mover sus piezas hasta que Bruselas marque las directrices a seguir. Así, en la Comisión Europea se están evaluando las posturas de la European Holiday Home Association (plataformas de alquiler turístico) y de Hotrec, que «engloba, representa y defiende los intereses de las principales Asociaciones de empresarios hoteleros de la UE», comenta Mar de Miguel.

Propuestas hoteleras

Si la EHHA ha presentado sus quejas a la CE por las restricciones impuestas en algunas ciudades europeas como París, Berlín, Barcelona o Amsterdam, la Hotrec ha respondido con una propuesta de regulación ante el Parlamento Europeo. Los puntos en los que Hotrec quiere que se centren las autoridades continentales son la alarmante subida de precios de los alquileres tradicionales; la evasión de impuestos; la seguridad pública y la de los clientes de los alojamientos; la protección del espacio urbano (gentrificación y turismofobia); y la generación de un empleo precario y menos estable que generan los apartamentos turísticos, frente al de los hoteles que es de más calidad y más estable.

Uno de los aspectos que más preocupa a los hoteles es de lo que más depende, la imagen del destino en el que desarrollan su actividad. Si se ve afectada, también lo harán sus comercios, sus habitantes, etc. Pongámonos en una situación. Si una ciudad como Madrid, tan castiza, termina invadida por los turistos y pierde residentes (porque no hay oferta y la que existe es demasiado cara), abandonará su esencia. Así, a largo plazo corre el riesgo de no sólo quedarse sin población, sino también sin visitantes, que dejarían de lado el actual interés por la capital. Los hoteles sufrirían de nuevo las consecuencias, que serían incluso peores.

«Corremos el riesgo de que Madrid pierda toda su esencia y de que muchos barrios pasen a convertirse en meros parques temáticos, por no hablar del fenómeno de la turismofobia o la inseguridad que se genera en los barrios en los que hay una alta concentración de esta modalidad de alojamiento», concluye la secretaria general de la AEHM, Mar de Miguel.

Economía ¿colaborativa?

Las plataformas de alquiler turístico forman parte de lo que se conoce como economía colaborativa. Aunque algunos ponen en entredicho este adjetivo. Es cierto que ayuda a compartir elementos importantes para la vida de una persona, como la vivienda o el vehículo, a un coste reducido. Pero, por otra parte, lo que en principio parece un beneficio social, se puede convertir en un perjuicio. La economía colaborativa (en la que han participado el 17% de los ciudadanos europeos, según la Comisión Europea) también genera puestos de trabajo precarios y escasos márgenes de beneficios para los propietarios que compartan su coche (como en Blablacar) o su vivienda (como en Airbnb), mientras la empresa genera un gran rendimiento en todo el mundo. El ministro de Economía, Román Escolano, ha afirmado recientemente en una comparecencia en el Senado que se debe estudiar que estas compañías «cumplan con estándares laborales, fiscales y regulatorios y cómo proteger a sus usuarios sin restringir su desarrollo con trabas excesivas o anticuadas».