Opinión

La Inteligencia Artificial implosiona en La Moncloa

La IA podría programar el Apocalipsis a cuenta de la política burdel

Félix Bolaños, Ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática
Félix Bolaños, Ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria DemocráticaAlberto R. RoldánLa Razón

Entre las profesiones liberales, como el periodismo, la publicidad o la comunicación, ya sea corporativa o política, se extiende una frase legendaria, destilada –en el caso del periodismo– por películas míticas como «Primera plana» (Billy Wilder, 1974), en la que Jack Lemmon y Walter Matthau destripaban a la canallesca. «No le digan a mi madre que soy periodista (publicista), ella cree que soy pianista en un burdel», reza la célebre cita.

La cuestión es que hoy en día, con millones de personas accediendo a informes y datos oficiales con la misma facilidad que los medios, se nos examina no con lupa, sino con microscopio y los periodistas hemos dejado un poco ese mundillo canallesco para convertirnos en escrupulosos taxidermistas, pese a que las redes e internet les obliguen a algunos a tensar las cuerdas de los titulares más de la cuenta.

Quienes no se han dado cuenta de esta situación son los políticos, a los que parece que el uso de la propaganda no les asusta, quizá porque la propia palabra confiere un aura mística al concepto: una mentira, bien empaquetada, repetida una y mil veces.

Pero no cuela. Le pones una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros a una Inteligencia Artificial y, una de dos, o implosiona como el Big Bang o programa el Apocalipsis para toda la Humanidad. Veamos dos ejemplos recientes.

Para empezar, el del paro. Escrivá se encendió ayer cual toro embolado asegurando que las críticas a los datos de abril se sostenían con falsedades, cuando son los datos oficiales los que indican que el paro está en 3,4 millones y no en los 2,7 millones que vende el Gobierno. Prueba de ello es que no se facilitará antes del 28-M la cifra de fijos discontinuos inactivos. No hasta que estos caigan lo suficiente (en el verano).

Además, queda claro que la reforma laboral era cosmética. En abril, con la hostelería firmando fijos discontinuos a todo meter y unas cifras de afiliación presuntamente históricas, el paro sólo baja en 74.000 personas frente a una caída de 144.000 demandantes.

El otro ejemplo es el del escudero Bolaños, que ha avergonzado hasta a sus camaradas socialistas de Madrid. Pero mejor no airear más la política burdel, no vaya a ser que la IA nos aniquile por su culpa.