Títulos universitarios
José Elías, empresario e influencer: “Nunca he usado mi título universitario. Y aun así, te digo que termines la carrera”
La paradójica recomendación de José Elías: el multimillonario que triunfó sin usar su título defiende ahora la carrera como un salvoconducto imprescindible frente a la 'titulitis' social que él mismo critica
El consejo es, ante todo, una lección de pragmatismo. No se trata de una defensa del sistema universitario, sino de una advertencia directa a los jóvenes sobre las reglas del juego del mercado laboral actual. En España, como en tantos otros sitios, se padece una dolencia que el empresario José Elías ha bautizado como "titulitis", una obsesión por las credenciales académicas que convierte un diploma en un salvoconducto casi imprescindible.
De hecho, quien pronuncia esta sentencia es un hombre que podría parecer la excepción que confirma la regla. A sus 49 años, Elías amasa una fortuna multimillonaria en España y reconoce sin tapujos no haber necesitado jamás su título universitario para labrarse una carrera de éxito. Su propia trayectoria es la prueba de que el talento y la visión para los negocios pueden pesar más que un expediente académico, pero su consejo se basa en la realidad que observa a su alrededor.
En este sentido, el empresario suele ilustrar su argumento con el caso de otro hombre de negocios al que estuvieron a punto de vetarle la entrada en un consejo de administración. El motivo no era una supuesta falta de competencia o de resultados demostrables, sino la simple ausencia de una carrera universitaria en su currículum, una anécdota que expone en su LinkedIn para reflejar cómo la sociedad rinde pleitesía a las apariencias.
La paradoja del título: una herramienta para un sistema imperfecto
Por esta razón, su mensaje a las nuevas generaciones es tajante: hay que terminar los estudios superiores. A pesar de su visión crítica, considera que un título funciona como una herramienta estratégica, una llave necesaria para abrir puertas que la experiencia, por muy sólida que sea, no siempre consigue franquear por sí sola. Se trata de un requisito formal para desenvolverse en un entorno profesional que todavía hoy antepone el diploma a los logros tangibles.
En definitiva, su postura defiende la titulación como un paso necesario para participar en la partida con todas las cartas en la mano. Aunque las reglas puedan ser cuestionables, ignorarlas es un riesgo. El objetivo de su recomendación es, por tanto, ayudar a los jóvenes a evitar obstáculos totalmente innecesarios en un camino profesional que ya de por sí presenta suficientes desafíos.