Trabajo

Libertad de expresión para atraer talento

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En aras de ser más competitivos, las empresas deben promover la iniciativa de los empleados.

Las personas creativas son cada vez más valiosas para una empresa pero exigen libertad de pensamiento y libertad de expresión para la generación de ideas. Por tanto, las empresas con culturas de mayor libertad son más innovadoras y atraen y fidelizan más talento.

Existe un concepto que se llama el silencio organizativo que refleja muy bien la falta de comunicación para poder sobrevivir en la organización. De hecho, muchos empleados optan por el silencio como estrategia de supervivencia ante situaciones de abuso de poder, inequidad en la organización, mal clima organizativo, miedo en la empresa, estrés, ambigüedad de rol, presión por los resultados, liderazgos autoritarios, etc. Según Roberto Luna, catedrático de Organización de Empresas de la Universidad de Valencia, «el silencio tiene dos vertientes, la de “no digo realmente lo que pienso porque no estoy de acuerdo con muchas cosas de la organización y no puedo prescindir de este trabajo”, lo que conlleva un compromiso puramente económico con la organización, y “me callo las posibles cosas que veo que pueden mejorar la organización (al fin y al cabo tampoco ha hecho mucho por mí en distintas oportunidades de promoción profesional, subida de sueldo, mal trato en el liderazgo, etc.)”. Ambas conllevan que el empleado opte por no decir nada, por no participar, y esta baja participación acumulada de muchos empleados lleva al silencio de una organización, una situación realmente compleja pues los trabajadores no aportan ideas, no dicen lo que ven en los clientes o en el mercado, y no anticipan situaciones de riesgo de mal servicio. En definitiva, un auténtico caos organizativo».

Talento en todas partes

Por otro lado, el talento está escondido en cualquier rincón de la empresa, la clave está en saber aflorarlo y potenciar el capital humano dotándolo de libertad para expresarse. Es importante que, en aras de ser más competitivos y excelentes, las empresas incorporen la libertad como uno de sus valores fundamentales y en esta cruzada, el papel del CEO es clave. «Los líderes deben promover la iniciativa de los empleados, incitándoles a que sean proactivos. Para ello la comunicación juega un papel destacado. La libertad de expresión es como la savia en una planta. Al igual que ésta aporta nutrientes para que se desarrolle y pueda crecer, la comunicación facilita la información a los distintos departamentos y personas para que puedan funcionar. Sin información, los empleados y los departamentos carecen del sustento básico para trabajar y la empresa pierde su capacidad de competir en el mercado», apunta Luna.

Reputation Institute señala que las habilidades del nuevo CEO deben ser una fuerte imagen de liderazgo, disponer de una visión clara del negocio y ser anticipadores del futuro. «En los últimos años su perfil ha cambiado. Han pasado de ser mediáticos y casi héroes, sólo una persona sabía de todo, a rodearse de expertos que complementen sus conocimientos. Sin embargo, no hay que confundir la libertad de expresión con decir lo que “me de la gana en cualquier momento”, sino opinar sobre una serie de temáticas en las que el jefe no es experto», explica Enrique Johnson, director general de Reputation Institute para España y Latinoamérica.

En busca de autonomía

Asimismo, para propiciar ese ambiente de libertad, las empresas deben procurar la autonomía de sus empleados y romper con las excesivas estructuras piramidales, donde hay muchos niveles y muchos cargos en jerarquía. «Las empresas basadas en el talento buscan ante todo que el empleado pueda comunicar al máximo con el resto de empleados (incluidos directivos) con el fin de construir el conocimiento que será la base para las decisiones estratégicas de la compañía. Y las empresas basadas en el talento funcionan por mérito y dan mucha libertad y autonomía a los empleados precisamente para sacar lo mejor de ellos. El talento huye de espacios de poder que no respeten su profesionalidad y méritos», concluye Roberto Luna.