Vivienda
Una mujer ilustra la crítica situación de la vivienda en España: "Me he tenido que volver a casa de mis padres, solo hay pisos turísticos"
Sonia Mel, una malagueña con tres hijos, ha tenido que tomar la decisión de convivir separada de su marido y regresar con sus padres al no encontrar viviendas de alquiler habitual, solo ofrece vacacionales a precios inalcanzables en la Costa del Sol
La crisis de vivienda en España muestra su rostro más crudo en la historia de Sonia Mel, una vecina de Benalmádena que ha tenido que recurrir a la separación de la convivencia familiar para tener un techo. Esta madre de tres hijos relata cómo su familia se ha visto obligada a dividirse: ella y sus niños han regresado al piso de sus padres, mientras su marido y el perro familiar se han instalado en casa de su suegra, una solución desesperada ante la imposibilidad de encontrar una vivienda de alquiler asequible.
"En Benalmádena solo puedes encontrar viviendas vacacionales", denuncia Sonia con frustración visible. La afectada explica que cuando aparece alguna oferta de alquiler para todo el año, los precios resultan prohibitivos: "Hay pisos de dos o tres habitaciones por 1.500 euros", una cifra inalcanzable para la economía de muchas familias malagueñas.
La misma situación se repite en municipios colindantes como Torremolinos y Fuengirola, donde el mercado residencial ha sido copado por la oferta turística.
La masificación turística desplaza a los residentes locales
Sonia se defiende de las críticas de quienes podrían pensar que su insistencia en vivir en Benalmádena responde a capricho. "A mí me han llegado a criticar porque quiero piso en Benalmádena porque está en la Costa del Sol, pero es que yo soy de allí desde siempre", argumenta con vehemencia la mujer, que ve cómo su tierra natal se vuelve inhabitable para sus propios vecinos.
La convivencia en el piso de sus padres resulta especialmente complicada por la falta de espacio. Sonia reconoce que está "durmiendo en un sofá" porque la vivienda familiar no tiene capacidad para acoger a todos sus miembros. Esta situación temporal se ha convertido en una pesadilla prolongada, evidenciando cómo la crisis de vivienda afecta no solo a jóvenes que abandonan el hogar parental, sino también a familias consolidadas que retroceden en su calidad de vida.
El relato de Sonia sintetiza un problema que afecta a numerosas localidades turísticas españolas, donde los alquileres vacacionales han reducido drásticamente el catálogo de viviendas disponibles para residentes permanentes. "Yo he tenido que irme a casa de mis padres con mis tres hijos, y mi marido a casa de su madre con el perro, porque no hemos tenido, hablando mal y pronto, cojones de encontrar un piso para irnos a alquilar", resume con crudeza.