Economía y bolsilo

Nicolas Bouzou, economista, carga contra los que quieren prohibir el aire acondicionado: "Se creen ecologistas y son reaccionarios"

El calor extremo costó a España hasta un 1,4% de su PIB anual, un lastre económico que lleva a algunos economistas a calificar de «reaccionaria» la simple oposición al uso del aire acondicionado

¿Cuál es la diferencia de consumo eléctrico entre un ventilador y un aire acondicionado?
¿Cuál es la diferencia de consumo eléctrico entre un ventilador y un aire acondicionado?OpenAI

El calor extremo no es solo una molestia estival; es un lastre para la economía de las naciones. Las cifras que maneja la OCDE son elocuentes y dibujan un panorama preocupante para los países más expuestos al sol. En un escenario como el francés, bastan diez días con temperaturas superiores a los 35 grados para que su Producto Interior Bruto sufra una merma de 8.000 millones de euros. El golpe no es menor en España, donde se estima que la pérdida de productividad por el calor puede llegar a costar hasta un 1,4% del PIB anual.

De hecho, este impacto macroeconómico tiene su origen en una realidad fisiológica incontestable: el umbral de la productividad humana. Diversos estudios coinciden en que el rendimiento laboral alcanza su punto álgido a los 23 grados centígrados. Superada esa barrera, la capacidad de concentración, el rendimiento físico y la eficiencia caen en picado. No se trata de una cuestión de voluntad, sino de una limitación biológica con consecuencias económicas de primer orden.

En este contexto, el economista Nicolas Bouzou propone un cambio de perspectiva radical sobre el aire acondicionado, viéndolo no como un lujo contaminante, sino como una herramienta de prosperidad indispensable. Sostiene que climatizar los espacios de trabajo, estudio y descanso es una inversión directa en el capital humano y, por extensión, en la capacidad de un país para generar riqueza. Según su análisis en Le Figaro, un país próspero es un país con recursos para financiar su propia transición ecológica.

Una crítica a un ecologismo mal entendido

Por ello, Bouzou no duda en calificar a quienes se oponen a la generalización de la climatización con una dureza notable: «Se creen ecologistas y son reaccionarios». Para el economista, esta postura ignora que frenar el desarrollo económico a causa del calor es contraproducente para los propios objetivos medioambientales. En su opinión, un ecologismo que condena a la gente a la ineficiencia y al malestar físico socava las bases del progreso necesario para desarrollar tecnologías más limpias y sostenibles.

Asimismo, las carencias en infraestructuras clave revelan la magnitud del problema, que va más allá de la oficina y se convierte en un desafío para la salud pública. Un ejemplo claro se encuentra en Francia, donde menos del 10% de los centros educativos disponen de aire acondicionado. Esta situación deja a los más jóvenes expuestos a olas de calor cada vez más frecuentes, lo que no solo deteriora su salud y calidad del sueño, sino que también merma de forma directa su capacidad de aprendizaje y su rendimiento académico.