Principio y fin del ciclo del agua

Principio y fin del ciclo del agua

Convertir los residuos en un recurso es la esencia de la sostenibilidad en la economía circular

Ciclo integral del agua
Principio y fin del ciclo del aguaLa RazónLa Razón

El agua es un recurso finito y vulnerable con una disponibilidad variable en espacio y tiempo en muchos lugares del mundo. Incluso en países desarrollados como el nuestro, llegan épocas del año en las que es necesario recurrir a restricciones en las horas de uso para su suministro a la población. El crecimiento demográfico y el cambio climático son factores que, inevitablemente, afectan a la disponibilidad y la calidad del agua. De hecho, se espera que para 2050 la demanda global de agua se haya incrementado un 55%, ya que una mayor población mundial implica un aumento en la demanda de agua, energía y alimentos, junto con una mayor generación de residuos y contaminación. Es por ello que resulta necesario aplicar un enfoque de economía circular acertado dentro del sector del agua, reduciendo su consumo, aprovechando mejor los recursos hídricos, e incrementando su reutilización y regeneración.

Circulación integral del agua

Reducir el consumo asociado a la producción de energía, alimentos y productos industriales puede ayudar a garantizar una calidad del agua más sostenible, con el fin de que pueda ser reutilizada para fines específicos, considerando siempre los efectos para la salud y el medio ambiente. Es evidente que ante un incremento tan notable de la población, es necesario promover cambios de comportamiento y fomentar una mayor sensibilización para evitar el derroche. Aplicar políticas de eficiencia y ahorro energético.

El segundo pilar transcendental para reforzar la economía circular pasa por mejorar las infraestructuras y redes de abastecimiento. Según refleja el I Estudio Facsa sobre el modelo de gestión del agua en España, las infraestructuras están obsoletas, con casi la mitad de las redes y alcantarillado de nuestro país superando los 30 y 40 años de uso. Esto provoca pérdidas y limita la eficiencia del servicio. Según palabras de José Claramonte, director general de Facsa, «el gran reto es contar con infraestructuras modernas, resilientes y adaptadas que permitan reducir las pérdidas de agua y responder a los desafíos del cambio climático, como los fenómenos meteorológicos extremos». El directivo opina que también resulta clave «avanzar en la digitalización y en el uso de tecnologías que optimicen la gestión de las redes, junto a un modelo económico sostenible que garantice las inversiones necesarias para asegurar un servicio eficiente y de calidad».

Reutilización y regeneración

Dentro del apartado de reutilización y regeneración del agua, la Comisión Europea ya estableció una serie de pautas para su reutilización, las cuales incluyen requisitos mínimos para su utilización por parte de los agricultores en los regadíos con el fin de hacer un mejor uso de las aguas residuales. Los sistemas de reutilización y desalación ya son reconocidos como parte de la economía circular del agua. La reutilización para usos no potables parece estar consolidada técnica y económicamente, y se aplica con gran aceptación pública. Pero el uso potable comienza a ser considerado como una opción necesaria en determinados países y zonas del mundo. Tanto la legislación española como la europea actualmente no permiten usos potables de agua regenerada. Sin embargo, a través del concepto de economía circular se están sentando las bases para un posible cambio. En España, el marco legal de la reutilización, con el Real Decreto 1620/2007, establece usos urbanos, agrícolas, industriales, recreativos y ambientales.

«El gran reto es contar con infraestructuras modernas y resilientes que reduzcan pérdidas» destaca José Claramonte

En un contexto como el actual, donde a nivel mundial más del 80% del agua residual regresa al medio ambiente sin ser tratada, se hace necesario buscar nuevas fuentes de agua, sobre todo en zonas donde la demanda hídrica es muy elevada. Es donde entra en juego la regeneración y la desalinización del agua. En zonas costeras de la península ya es posible usar la desalinización de agua de mar como suministro para reducir las extracciones de agua de acuíferos, a la vez que permite aportar al ciclo una fuente fiable de agua dulce. En España, se estima que solo el 3% del agua de abastecimiento es desalada, con lo que queda mucho camino por recorrer.

La reutilización del agua para usos no potables está aceptada por gran parte de la población

En definitiva y como apuntan desde Facsa, una mejor gestión pasa por una adecuación del precio del recurso en todos sus usos, y también por una revisión del sistema de gobernanza que nos permita avanzar hacia un marco regulatorio más coordinado, que fomente la participación ciudadana y asegure una gestión sostenible del recurso, tanto ambiental como económicamente.