Inteligencia Artificial

Niños de probeta y con IA bajo el brazo

La reproducción asistida empieza a usar la Inteligencia Artificial para mejorar los tratamientos y obtener mayores tasas de éxito

Una científica introduce líquido en una probeta, en el laboratorio del Parque Tecnológico de Zamudio de Bilbao, a 23 de mayo de 2022, en Zamudio, Vizcaya, País Vasco (España). La empresa biofarmaceútica vasca Oncomatryx ha conseguido la autorización de la Agencia Americana del Medicamento y la Agencia Española del Medicamento para comenzar los ensayos clínicos en personas enfermas con tumores metastásicos en Estados Unidos y España. El nuevo fármaco, el primer anticuerpo conjugado desarrollado en Europa, ataca el microambiente tumoral. Los ensayos se inician tras más de 15 años de investigación. 23 MAYO 2022;CANCER;TUMORES;METASTASIS;METASTÁSICOS;ENSAYO;ENFERMOS;HUESO;PACIENTES;ONCOMATRYX H.Bilbao / Europa Press 23/05/2022
Una científica introduce líquido en una probeta, en el laboratorio del Parque Tecnológico de Zamudio de Bilbao, a 23 de mayo de 2022, en Zamudio, Vizcaya, País Vasco (España). La empresa biofarmaceútica vasca Oncomatryx ha conseguido la autorización de la Agencia Americana del Medicamento y la Agencia Española del Medicamento para comenzar los ensayos clínicos en personas enfermas con tumores metastásicos en Estados Unidos y España. El nuevo fármaco, el primer anticuerpo conjugado desarrollado en Europa, ataca el microambiente tumoral. Los ensayos se inician tras más de 15 años de investigación. 23 MAYO 2022;CANCER;TUMORES;METASTASIS;METASTÁSICOS;ENSAYO;ENFERMOS;HUESO;PACIENTES;ONCOMATRYX H.Bilbao / Europa Press 23/05/2022 H.Bilbao Europa Press

Los niños, se decía, venían de París y con un pan debajo del brazo. Ahora, en muchos casos (uno de cada diez, aproximadamente), llegan con la ayuda de los laboratorios y con la implicación de la Inteligencia Artificial.

Aún no hay datos oficiales de cuántas clínicas están empezando a usar estas tecnologías en sus tratamientos de fertilidad, pero «sabemos que la aplicación de estos procedimientos se puede hacer en todas las áreas clínicas de tratamiento (cultivo, genética...), por lo que la previsión es que acabe siendo una rutina más del proceso», avanza Jordi Suñol, coordinador médico de Instituto Bernabeu Palma de Mallorca y coordinador de la Unidad de IA. No en vano, «la IA mejora los resultados clínicos en un porcentaje que debe rondar entre 12 % y un 15 %», según se asume en los congresos de los especialistas, ayudando además a recabar «una cantidad de información muy, muy valiosa para que las pacientes puedan conocer su situación y, en caso de que no funcionen los tratamientos, poder optar por opciones distintas», subraya Suñol.

Una visión que comparte Emilio Gómez, embriólogo de las clínicas Next Fertility. «Si entendemos éxito como mejorar la productividad y la eficiencia en el trabajo en el laboratorio o reducir la subjetividad a la hora de tomar decisiones, el éxito está garantizado», señala.

Cómo se aplica

El uso que se está haciendo de la IA en la medicina de la reproducción se da en varias de las fases del proceso. «Existen diferentes aplicaciones que han sido entrenadas utilizando la morfología y la cinética embrionaria, para ayudar a los embriólogos a elegir de una forma no invasiva los mejores embriones para transferir a la paciente. También hay herramientas para determinar la calidad ovocitaria, de manera que, por ejemplo, podamos saber de una manera objetiva si los ovocitos que ha vitrificado una paciente que padece un cáncer son de buena calidad y/o si necesita vitrificar un mayor número para tener más oportunidades de gestación cuando esté libre de la enfermedad», pone como ejemplos Gómez, quien también habla de su aplicación en el reconocimiento en tiempo real de espermatozoides con una morfología y movilidad óptimas para su microinyección.

Además de en la obtención de las células, en el cultivo, fecundación y transferencia también se puede aplicar la Inteligencia Artificial en la parte más genética o de la predicción de la ploidía embrionaria, de forma que se pueda determinar que los gametos sean cromosómicamente normales y que no tengan alteraciones genéticas que puedan comportar un mayor riesgo de aborto o una malformación.

«Actualmente se investiga con sistemas que sean capaces de determinar el mejor tratamiento hormonal para estimular el ovario de cada paciente, de forma que se personalice lo máximo posible el tratamiento, las dosis e incluso el momento de inducir la maduración de los ovocitos, e incluso que predigan si el tratamiento será o no efectivo», añade Gómez.

«Gracias a toda esta información logramos tener mejores tasas de éxito, porque conseguimos que las pacientes tengan embarazos evolutivos lo más rápidamente posible», explica Suñol.

Datos y ética

Como IA, los algoritmos que se están empleando en cada una de las fases han sido entrenados con una gran cantidad de datos relacionados (calidad embrionaria ovocitaria, estimulación ovárica…). Los propios expertos en la materia reconocen que hay pacientes en los que la IA es más útil que en otros. «Si solo tenemos un embrión, no necesitamos que la IA nos diga cuál es mejor», señala Gómez, quien añade que la IA «nos va a permitir personalizar los tratamientos y ajustarlo a cada paciente».

Preguntados por los sesgos que estos datos pueden contener, Suñol reconoce que es uno de los riesgos. «Mi percepción es que estamos en el proceso de empezar a entender un poquito la Inteligencia Artificial y que las recomendaciones que nos hace tienen que ser valoradas con muchísima cautela», sobre todo teniendo en cuenta que muchas veces las respuestas no dejan de ser pura estadística y que no se contempla a toda la población en general. «En la biología, en la aplicación de aspectos médicos, hay muchos factores que todavía ni conocemos y que están interviniendo y pueden condicionar situaciones que en este momento no se controlan», contextualiza Suñol.

Por eso, «para los clínicos que trabajamos con pacientes es muchísimo más importante la comunicación, la información y transmitir honestamente lo que sabemos. Es imprescindible que toda la atención médica sea personalizada pareja. No podemos dejar que los datos estadísticos, matemáticos y fríos de una previsión estandarizada de lo que puede ocurrir se aplique en cada una de las parejas sin tener en cuenta esas particularidades, personales, emocionales y de creencias», defiende Gómez, mientras aclara que, aunque la IA es una ayuda, tanto en la consulta como en el laboratorio, «estos sistemas nunca dirigen los tratamientos, cualquier decisión que se tome siempre debe estar refrendada por la experiencia del clínico».

Recuerda que su uso siempre deberá cumplir con unos criterios éticos, como los seis que recoge el documento que la OMS publicó en 2021 sobre ética e IA en salud: -Preservar la autonomía del paciente, es decir, éste es dueño de las decisiones relacionadas con su salud, se deben preservar la privacidad y confidencialidad de sus datos, y por supuesto, el paciente debe dar su consentimiento informado para cualquier tratamiento al que se someta.

-Promover el bienestar y la seguridad de los pacientes y el interés público. Los sistemas de IA deben cumplir con los requisitos legislativos y normativos en materia de precisión, seguridad y eficacia para las indicaciones para las que han sido diseñados, también deben disponer de medidas de control de la calidad.

-Garantizar la transparencia, la comprensibilidad y la inteligibilidad. Hay que publicar y documentar información sobre la tecnología de IA que se esté utilizando. Dicha información debe ser accesible.

-Fomentar la responsabilidad y la rendición de cuentas. Los profesionales deben velar por que las tareas que realiza la IA se hagan en condiciones adecuadas y por personas formadas convenientemente.

-Garantizar la inclusión y la equidad. El uso de la IA se debe concebir de manera que su utilización y acceso sean lo más equitativos posibles, sin discriminación por edad, sexo, género, raza, etnia, orientación sexual, etc.

-Promover una IA sensible y sostenible. Todos los actores implicados en el diseño, desarrollo y uso de la IA deben evaluarla en situaciones reales para determinar si responde adecuada y apropiadamente a las necesidades para las que fue concebida. Así mismo, su impacto medioambiental debe ser el menor posible.

Menos gemelos y más turismo reproductivo

El avance en las técnicas de reproducción asistida está permitiendo que haya menos embarazos de riesgo, como los múltiples. Según los datos del último informe del registro, se constata de nuevo una reducción importante de la gemelaridad o el embarazo múltiple, situándolo por debajo del 10 %. «En los últimos años, los datos del registro nacional han mostrado un descenso progresivo de los embarazos múltiples gracias a la implementación, cada vez más generalizada, de la transferencia de un solo embrión. La transferencia única es cada vez más habitual debido a los avances tecnológicos y la alta calidad de los centros españoles, que tienen elevadas tasas de gestación sin la necesidad de recurrir a la transferencia de dos o más embriones», según la doctora Irene Cuevas, coordinadora de este registro elaborado con los datos de los 334 centros públicos y privados que realizan tratamientos de fertilidad en España.

Aunque el registro oficial de técnicas de reproducción asistida se lleva a cabo desde el año 2014, cabe recordar que este informe es una iniciativa de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) que arrancó en el año 1993 a petición de los miembros de la sociedad, para compartir resultados y así poder mejorar el éxito de las técnicas reproductivas.

Los avances de las clínicas de reproducción asistida y la regulación que España tiene en la materia también conllevan que haya un cierto «turismo» reproductivo en nuestro país. «Aquí tenemos una buena tradición en medicina y sobre todo, una regulación legal que nos permite hacer muchos tipos de tratamiento con Inteligencia Artificial de acuerdo a una selección de parámetros que no son aceptables en nuestra cultura y nuestra ética», detalla Suñol. Aunque estas técnicas también permiten ser aplicadas para la manipulación genética (algo que, aplicado para «curar enfermedades, es fantástico»), abre la puerta a unos usos «que no están reguladas y comparten un riesgo» en su valoración.