Editorial
Ha comenzado la campaña electoral
Será la gestión de los fondos europeos lo que determinará el resultado de las urnas
A falta de la convocatoria del habitual debate sobre el Estado de la Nación, el balance de la situación política, económica y social de España tenía que quedar forzosamente obscurecido por la lógica partidista y el cruce de reproches entre un presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inmoderadamente satisfecho de su labor, y un líder de la oposición, Pablo Casado, con su colección de tarjetas rojas. Sin pretender caer en equidistancias que a nada conducen, lo cierto es que la gestión gubernamental en estos dos años de pandemia ha tenido muchos motivos para la crítica y reconvención, de lo contrario las encuestas preelectorales no reflejarían la actual caída en la intención de voto socialista, pero, también, ha conseguido con sus medidas de emergencia, como los ERTE o la moratoria de los desahucios, evitar una catástrofe económica y social de mayores proporciones.
Es cierto, que el Gobierno ha tenido una habilidad pasmosa para trasladar la gestión de la crisis sanitaria a las comunidades, pero, asimismo, ha conseguido un notable éxito en la coordinación del programa de vacunas con la Unión Europea, que si no ha ido más rápido se debe a la propia inexperiencia de una crisis de tal magnitud. Dicho esto, a lo que realmente asistimos ayer fue al pistoletazo de salida de lo que, a todas luces, se presenta como una larga campaña electoral, en la que el Gobierno deberá superar, más allá de la propaganda, dos grandes dificultades. Por un lado, tendrá que mantener dentro de la realidad política comunitaria a sus radicales socios podemitas, y, por otro, más trascendental, tendrá que llevar a cabo una gestión de los fondos europeos para la recuperación eficaz y que sirva realmente para los fines previstos de modernización y reforma de las estructuras y del tejido productivo de España.
Es decir, una planificación lo más alejada posible de improvisaciones, como ocurrió con el «Plan E» de otro gobierno socialista. Porque pese a las previsiones optimistas del Gabinete, con un incremento notable del gasto público respaldado por una subida, igualmente notable, de los ingresos fiscales, subsisten en el horizonte demasiados imponderables, como una inflación disparada, que pueden dejar en papel mojado las perspectivas gubernamentales. Políticamente, tal y como se vio ayer, la estrategia será de confrontación global con el centro derecha, nada, en definitiva, que suponga una novedad para los ciudadanos.
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