
Editorial
Recurrir a la muleta del enemigo exterior
No es posible ocultar que con el discurso gubernamental se animan las actitudes antisemitas latentes en una parte de la sociedad europea y, por supuesto, se exacerban las posiciones de los extremistas que operan en la sociedad israelí

Pedro Sánchez no es el primer mandatario que se cubre de sus problemas con la búsqueda de un enemigo exterior, pero sí es uno de los contados casos en los que la elección del alibi resulta ser uno de los aliados naturales de Occidente y actor fundamental en el avispero que supone el Oriente Próximo. Con un problema añadido, que el uso de una retórica exaltada, con acusaciones graves hacia Israel, contentará a su clientela interna más radical y, por supuesto, a unos socios de raíz comunista anclados desde siempre en el discurso antisemita, pero deja a la diplomacia española sin capacidad de reacción y en una posición de aislamiento en el seno de la Unión Europea. Podríamos añadir que el momento elegido para destacarse al frente de la manifestación antijudía, cuando uno de los portavoces de Hamás, el terrorista Ghazi Hamad, ha celebrado que la oleada de reconocimientos de un estado palestino forme parte de «los frutos del 7 de octubre de 2023», no es, precisamente, el más oportuno, pues la matanza indiscriminada de civiles israelíes, hombres, mujeres y niños; las violaciones brutales y masivas de jóvenes y adolescentes hebreas, y el secuestro de dos centenares de personas por parte de los islamistas de Hamás –en un ataque premeditado y llevado a cabo por sorpresa y sin provocación–, está en el origen de la inevitable reacción del gobierno de Israel, decidido a cambiar de una vez por todas una dinámica perversa de ataques palestinos desde Gaza, represalias, treguas y vuelta a la agresión, siempre con la población de la Franja de Gaza en el papel de rehenes y escudos humanos de esos terroristas que ayer vertieron de nuevo sangre inocente en Jerusalén, también la española de un joven melillense. Pero, en realidad, lo que a cualquier observador imparcial le parecería un error en los tiempos y en la forma es una elección fruto no sólo de la necesidad de contentar a unos socios de la izquierda populista que, entre otras cosas, utiliza los Presupuestos Generales del Estado como elemento de presión política sobre La Moncloa, sino del hecho insoslayable de que sobre el presidente del Gobierno se ciernen las sombras oscuras de las investigaciones judiciales sobre casos de corrupción que afectan a su entorno político y familiar más cercano, así como a otros dirigentes del PSOE, cuyo alcance es una incógnita en tanto no se culminen las diversas investigaciones de la UCO de la Guardia Civil actualmente en marcha. Finalmente, no es posible ocultar que con el discurso gubernamental se animan las actitudes antisemitas latentes en una parte de la sociedad europea y, por supuesto, se exacerban las posiciones de los extremistas que operan en la sociedad israelí, abriendo un conflicto que corre el riesgo de sobrepasar las fronteras de lo político, para ir más allá, hacia el cuerpo social de ambos pueblos. Es una irresponsabilidad moral que no nos atrevemos a calificar.
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