Editorial

Nada hay que temer del debate político

Conoce Núñez Feijóo las limitaciones del formato parlamentario, pero es fácil suponer que ya cuenta con ellas. Además, una cosa es el voluntarismo que exhibe Pedro Sánchez y otra muy diferente la realidad de su gestión al frente del Gobierno

Entre algunos sectores populares existe el temor, apenas disimulado, de que Alberto Núñez Feijóo pueda salir perjudicado en un debate parlamentario con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no sólo por la reconocida habilidad dialéctica del líder socialista, sino porque el propio formato elegido, de comparecencia en el Senado a petición propia, favorece de entrada al mandatario gubernamental, más aún, si cuenta con el fuego graneado de respaldo de otras formaciones aliadas, como, con toda seguridad, será el caso.

Esas ventajas con las que cuenta el jefe del Ejecutivo son, sin duda, las que le han empujado a confrontar con el líder popular, pero no solo. Sánchez está convencido de que ejerce a modo de gurú en la política energética de Europa, de que su estrategia de intervención del mercado eléctrico es un éxito inapelable y de que cualquier otra propuesta, como la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares, está condenada al fracaso frente al discurso ecologista imperante entre la opinión pública. Con estas condiciones, el líder socialista da por seguro que derrotará a un oponente que, por no tener la condición de diputado, tiene muy tasadas las oportunidades de enfrentársele cara a cara.

En cierto modo, se trata de hacer de la necesidad virtud, porque lo cierto es que el ambiente político general, que reflejan todos los barómetros electorales, es muy adverso al presidente del Gobierno, pese al inédito despliegue de propaganda gubernamental, culminada con el poco edificante ataque combinado de todo el Gabinete contra el líder de la oposición. Así, en la dirección del Partido Popular hay quien prefiere dejar las cosas como están y no dar la menor oportunidad de lucimiento a un adversario que está sufriendo un acelerado desgaste.

A nuestro modesto entender, se equivocan. En primer lugar, porque nada hay que temer del debate político, más si se mantiene en su medio natural, que es la sede parlamentaria. Pero, también, porque Alberto Núñez Feijóo es un político sólido, al que respalda su propia trayectoria y que mantiene un discurso alejado del insulto y la bronca perpetua que caracteriza a esta legislatura, pero no exento de firmeza en las convicciones y de claridad en la exposición de sus propuestas.

Por supuesto, conoce Núñez Feijóo las limitaciones del formato parlamentario, pero es fácil suponer que ya cuenta con ellas. Además, una cosa es el voluntarismo que exhibe Pedro Sánchez y otra muy diferente la realidad de su gestión al frente del Gobierno. Porque es muy difícil que la opinión pública compre las virtudes de las estrategias de Sánchez cuando el precio de la luz supera marcas históricas, España presenta la mayor tasa de inflación de la Unión Europea y sus aliados en el Gabinete estás dispuestos a incendiar las calles en un otoño caliente. Sin duda, Núñez Feijóo lo explicará mejor.