
Editorial
Tras el mitin, la corrupción seguía allí
Sánchez fue de nuevo Sánchez para desplegar casi una hora de difamaciones, falacias, manipulaciones y toda clase de mercancía estropeada contra Isabel Díaz Ayuso, Juanma Moreno y Alfonso Fernández-Mañueco

Después de ocho años de sanchismo, tal vez sería osado concluir que el presidente es un libro abierto, pero tampoco resulta exagerado admitir que ya casi nada, o nada, nos sorprende en sus comparecencias. La de ayer en el Congreso, en un formato favorable que dispuso Francina Armengol, no alteró el guion de un mandatario sin respeto alguno por las convenciones de la democracia y menos por el ejercicio moral e íntegro de sus responsabilidades. El último Consejo Europeo, la corrupción que lo asola, su minoría parlamentaria tras el divorcio de Junts y el panorama de los servicios públicos en las comunidades que le convinieron para su estrategia eran los motivos de su presencia en la Cámara. Por supuesto, el mitin preelectoral en el que convirtió la sesión se cebó con los barones regionales y nada sobre los escándalos y el plante de Puigdemont. Así que Sánchez fue de nuevo Sánchez para desplegar casi una hora de difamaciones, falacias, manipulaciones y toda clase de mercancía estropeada contra Isabel Díaz Ayuso, Juanma Moreno y Alfonso Fernández-Mañueco. Como le planteó con acierto Alberto Núñez Feijóo, el presidente se invistió de líder de la oposición de la oposición, lo que, además de grotesco, incide en la voluntad de Moncloa por desvirtuar y degradar los cimientos del sistema. Perdió una magnífica oportunidad de detallar y aclarar a los ciudadanos su papel en los escándalos familiares, gubernamentales y de su partido que son instruidos y van a ser juzgados, y muy especialmente sobre las grabaciones publicadas por este periódico hace unas horas sobre las cloacas socialistas que lo situaban en la dirección y control de las decisiones finales de la guerra sucia contra servidores públicos. Los mismos que lideraban las investigaciones de los casos que lo atemorizan tanto que ha decidido atrincherarse en el poder con el Parlamento en contra, tres años sin Presupuestos y una ciudadanía que explicita en la calle y en las encuestas la censura a su persona y su Gobierno. Sánchez se jactó de ser el presidente más parlamentario de la historia de la democracia. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Tampoco en esta parada en el hemiciclo hubo rendición de cuentas. Muy probablemente, la degradación del parlamentarismo, la cancelación de la sede de la soberanía nacional, será uno de sus legados más perniciosos. Núñez Feijóo demandó elecciones y abundó en todas las preguntas que Sánchez debería responder y que elude porque no puede afrontarlas desde la verdad. El presidente insistió en que llegará a 2027 para no dar paso a una «oposición destructiva», pero tras escuchar a la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, y su durísimo alegato contra el presidente, la legislatura está muerta, aunque no esté enterrada. Sin legitimidad política, todas las opciones democráticas deben estar sobre la mesa para devolver la voz al pueblo.
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