Editorial
Sánchez, ante el debate más difícil
Hay algo inusual en este debate que, a la postre, lo convierte en un acontecimiento político inédito: que quien ostenta el gobierno de la Nación, es decir, Pedro Sánchez, no parte como el favorito.
La publicación de la última encuesta elaborada por «NC Report» para LA RAZÓN sobre la intención de voto de los españoles coincide con la programación en Atresmedia del único «cara a cara» entre los candidatos del PSOE y del PP que tendrá lugar en esta campaña electoral. Nada más acertado a nuestro juicio, que la celebración de un debate en terreno neutral, moderado por bien probados profesionales, en el que los dos únicos aspirantes con posibilidades reales de llegar al Gobierno de España contrapongan sus propuestas, discutan sus líneas de acción política y ofrezcan a los ciudadanos los elementos de juicio fundamentales para tomar una decisión.
Pero, si se nos permite decirlo, hay algo inusual en este debate que, a la postre, lo convierte en un acontecimiento político inédito: que quien ostenta el gobierno de la Nación, es decir, Pedro Sánchez, no parte como el favorito. Tal es así, que los equipos de estrategia electoral de La Moncloa y el propio candidato han orillado todo lo posible el principio de la campaña para dedicarse a la preparación de un encuentro en el que por primera vez, es preciso reseñarlo, el formato está muy lejos de los debates en el Senado y no favorece en los tiempos de intervención al líder socialista.
A estos dos hándicaps podríamos sumarle un tercero de cierta importancia, como es el que Pedro Sánchez viene de someterse, voluntariamente, a una sobre exposición mediática que le ha valido, sí, para elaborar un relato justificatorio de sus acciones de gobierno, de sus pactos y cambios de criterio que han dejado en sordina los clásicos argumentos sobre los éxitos de la legislatura. La opinión pública ha visto a un político a la defensiva, una defensiva vigorosa si se quiere, que no puede repetir ante un Núñez Feijóo que ha dispuesto de tiempo más que suficiente para detectar los sofismas más palmarios del argumentario del adversario y al que, además, le sobran tablas políticas para evidenciarlos.
No es que el presidente del Partido Popular lo vaya a tener fácil, porque los factores que intervienen en un cara a cara son tan complejos que hacen imposible prever un resultado, pero creemos que es a Pedro Sánchez a quien se puede atribuir la plástica expresión del «último cartucho». Llegados a este punto, debemos volver sobre la encuesta que hoy publicamos y que, entre otras cuestiones, nos dice que el candidato socialista sigue anclado, prácticamente, en el mismo porcentaje de votos que obtuvo en noviembre de 2019, pese a la caída de sus socios de gobierno, hoy, Sumar, y los esfuerzos de la propaganda gubernamental y su alerta antifascista. Es cierto que el sondeo detecta una caída similar en los apoyos de Vox, pero esta sí se traduce en el crecimiento de las opciones del PP, que llegaría a los 149 escaños y podría sumar mayoría absoluta con los de Abascal. Sánchez está ante su debate más difícil, aunque sólo sea porque también debe hacerle el juego a Yolanda.
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