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Estrategia

Moncloa abona el terreno a Illa para que pacte con Puigdemont

Junts pondrá en la negociación la Presidencia de la Generalitat, el referéndum vinculante y el pacto fiscal

El expresident y candidato de Junts+ a la Generalitat, Carles Puigdemont, en la mañana de ayer, en un acto electoral celebrado en Argelès-sur-Mer (Francia) David BorratEFE

Un pacto del PSC de Salvador Illa con Carles Puigdemont tras las elecciones catalanas de este domingo es la bicha innombrable en esta campaña electoral para los socialistas, pero la solución más útil para Pedro Sánchez si quiere mantenerse en Moncloa. La debilidad de ERC convierte a los republicanos en un partido «amortizado», o así lo creen en Madrid, forme parte o no de un nuevo tripartito, pero el problema lo tienen con el ex presidente de la Generalitat si se queda fuera del juego del poder. En el círculo de mando de Sánchez saben que si no llegan a ningún tipo de acuerdo de conformidad con él es capaz de dar el golpe definitivo que haga saltar el tablero de esta legislatura, pese a que racionalmente se piense que Junts no tiene nada que ganar si deja caer al presidente del Gobierno.

Los órdagos por parte de Puigdemont que ya han sufrido los socialistas son base empírica suficiente como para justificar el miedo a la reacción de éste si no entra de una manera o de otra en la ecuación del próximo gobierno de la Generalitat. Por esto circula el análisis que apunta a que Sánchez «necesitará un sacrificio de su buen amigo Illa», que pase por un acuerdo con Puigdemont, si quiere aguantar en Moncloa.

Ahí entran hipótesis variadas sobre hasta dónde puede llegar el cambalache de la negociación que se abra después del domingo en Cataluña: desde ceder la Presidencia de la Generalitat hasta a un compromiso de ejecución del referéndum y del pacto fiscal sin más dilaciones. La frase que explica muy bien el ánimo con el que en privado la dirección socialista afronta estas elecciones es de un empresario catalán con buenas vías de acceso a Illa y a Puigdemont: «O de las elecciones sale algo que deje contento a Puigdemont, o esto salta por los aires».

En este momento de fragmentación electoral, los pactos postelectorales son siempre terreno abonado para el despiste y el engaño a los votantes antes de que se abran las urnas. Illa machaca insistentemente con que su opción favorita es el gobierno en solitario. Y el tripartito queda como segunda opción más lógica, si los números dan para formar una mayoría alternativa al independentismo. Pero ni cuadrando por ese camino la solución Sánchez podrá respirar tranquilo en Madrid «si no tranquiliza» a Puigdemont con una cesión que le satisfaga, y aquí no cuenta ya la amnistía porque el expresidente catalán la da por amortizada en lo que tiene que ver con su pulso con el PSOE, el que se sostiene en la regla de «lo que tú me das, a cambio de no dinamitar la legislatura».

Junts sabe, además, que los Presupuestos del 25 son cuestión de vida o muerte para el Gobierno de coalición porque, aunque el discurso oficial lo niegue, es muy difícil mantener la credibilidad política y el crecimiento –con la cifra de déficit y de deuda que tiene la economía española– sin unas cuentas nuevas que se presenten ante Bruselas.

Mientras en la mayoría de investidura se da vueltas a la fórmula que pueda proteger la legislatura del impacto de las catalanas, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha cogido seguridad en la campaña electoral con un discurso que ha ido creciendo en consistencia y contundencia, a pesar de que, paradójicamente, la amnistía no es tema central del debate. Lo que deja en mal lugar el razonamiento del Gobierno de que esta cesión era una demanda clamorosa en Cataluña y ligada a mejorar la convivencia, en lugar de una mera cesión al servicio del interés personal de Puigdemont y de otros dirigentes soberanistas encausados por el «procés» para librarse así de sus cuentas pendientes con la Justicia.

Ayer, en una entrevista con Carlos Alsina, en el programa «Más de Uno», de Onda Cero, el ex ministro y candidato socialista defendió que Puigdemont no es su primera opción para gobernar, pero que respetaría la voluntad de los electores y que la repetición electoral le parece una falta de respeto para los ciudadanos. Los datos demoscópicos que continúan llegando a los partidos siguen dándole como ganador, pero sin los apoyos necesarios para formar gobierno en solitario. El candidato insistió en que está dispuesto a llegar a acuerdos con todos los partidos, menos con Vox y Alianza Catalana porque practican «discursos del odio».

Para gobernar en Cataluña Salvador Illa necesita más «síes» que «noes» en el debate de investidura, lo que podría exigir la abstención de Junts. Cuando se conozcan los resultados, si la mayoría de Illa supera los 40 escaños, es muy posible que también se abra una discusión sobre cuál es la posición que adopta el PP en la sesión de investidura.

Convertir a Illa en presidente de la Generalitat, mientras el presidente Sánchez mantiene sus acuerdos en Madrid con Puigdemont y ERC no es una opción que vaya a ser validada por la dirección popular.

El líder de Junts contempla que sea detenido

Carles Puigdemont contempla ser detenido cuando regrese a Cataluña para asistir al debate de investidura en el Parlament, aunque es una opción a la que le ve «muy poco recorrido» por la próxima entrada en vigor de la ley de amnistía. «No temo una detención, pero contemplo que pueda producirse.

Le doy pocas probabilidades, también tengo que decirlo, pero conociendo la judicatura española no sé si podrán resistir esta pulsión de conseguir una imagen que han estado buscando desesperadamente durante seis años y medio y que no han podido obtener nunca», destacó ayer. Aunque cree que la judicatura española estuvo cerca de esa imagen en Alemania y en Italia, vaticina que si le detienen tampoco habrá recorrido: «La ley tiene un plazo máximo de dos meses para que surta sus efectos».

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