Opinión

La pija y la quinqui

A Sánchez se le podrá reprochar haber ejercido un liderazgo sostenido en la mentira, pero acierta en la búsqueda del voto joven

El presidente del gobierno de España y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante el acto público en la caseta municipal de Dos Hermanas, a 17 de junio de 2023 en Sevilla (Andalucía, España). El presidente del gobierno de España y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, acude a Dos Hermanas, para intervenir en un acto público con los militantes del partido socialista.18 JUNIO 2023Joaquin Corchero / Europa Press18/06/2023
Pedro SánchezJoaquin CorcheroEuropa Press

Anda desatado Pedro Sánchez en su «tournée» mediática. El jueves hará parada en LA RAZÓN. Me imagino a sus asesores alumbrando esta gira como si se tratara de un neuralizador, el utensilio al que recurrían los protagonistas de «Men in Black» para borrar la memoria de todo aquel que lo contemplaba de cerca y se exponía al fogonazo de luz que emitía. En la noche del 23-J veremos el impacto real de esta operación de maquillaje de las tropelías cometidas por Moncloa de la mano de la extrema izquierda y el golpismo catalán. Pero más allá de las entrevistas que ha concedido hasta la fecha, que en realidad son una sola, pues la homilía es la misma, sólo cambia la camisa, ha causado estupor en algunos ámbitos que el candidato socialista vaya a participar en el podcast «La Pija y la Quinqui». Subrayan esas críticas que Sánchez demuestra así su desesperación al recurrir a este espacio presentado por dos jóvenes de 23 años, frecuentado por algunos de los iconos de la generación Z como Rosalía o Aitana.

Quizá sin darse cuenta todos esos apóstoles de la estrategia electoral, con argumentos más propios de la España de «Cuéntame» que la de 2023, que la charla de Sánchez con Carlos y Mariang –que son la pija y la quinqui, respectivamente– reportará al presidente más votos que el resto de entrevistas. Anclados en 2002, son esos mismos censores que reniegan del buen periodismo que se hace, por ejemplo, en Twitch o desde las redes sociales.

A Sánchez se le podrá reprochar haber ejercido un liderazgo sostenido en la mentira, el indulto a los delincuentes y el desprecio a la oposición. Le pasará factura su falta de transparencia o la persecución a las regiones que, como Madrid, no han querido pasar por el aro de sus leyes sectarias. Pero acierta en su búsqueda del voto joven. Da la impresión, eso sí, de que no llegará a tiempo. Su afición tardía a la «performance», aún con pija y quinqui de por medio, no parece que vaya a alterar la fotografía que arrojó el 28-M y que, tras las urnas de este mes, podría llevar al PSOE a una crisis histórica.