Elecciones

El PNV retrocede en escaños tras su giro hacia la "izquierda abertzale", pero salva los muebles y gobernará

Ortuzar reivindica la victoria de su partido en un "clima adverso" y apuesta por un gobierno plural

El PNV ha llegado este domingo a las elecciones autonómicas vascas en horas bajas tras perder casi 100.000 votos en las municipales y generales del año pasado y la sensación que ha dejado el 21-A es que sigue lejos de tomar impulso. Sí es cierto que ha logrado vencer en votos y ha salvado los muebles porque previsiblemente podrá continuar gobernando junto al PSE, pero ha perdido cuatro escaños y la posibilidad de «sorpasso» de Bildu es más inminente que nunca. El giro hacia la «izquierda abertzale» del PNV no ha logrado frenar la hemorragia de votos y, sin tener en cuenta las elecciones de 2020 marcadas por la alta abstención debido a la pandemia, los nacionalistas vascos han cosechado el peor resultado en votos desde 1998.

En total, el PNV ha cosechado 27 escaños de los 75 que reparte el Parlamento vasco (la mayoría absoluta está situada en 38) y 370.000 votos, lo que se traduce en un 35% de papeletas. De esta manera, los nacionalistas vascos continúan invencibles en votos (nunca han perdido), pero sí habían caído derrotados en escaños frente al PSE de Txiki Benegas en 1986. Ahora, han conseguido un empate ante un Bildu al alza, que les va a permitir seguir gobernando con el PSE.

El PNV ha estrenado cabeza de lista con Imanol Pradales en un inesperado giro, ya que eso ha supuesto quitar a un sólido lendakari como Íñigo Urkullu. El objetivo era hacerle frente al avance de Bildu y eso ha hecho que el partido haya basculado hacia la izquierda y hacia un desacomplejado independentismo.

Sin embargo, los nacionalistas vascos hicieron un sprint final de campaña agitando el miedo a la llegada de Bildu y eso ha permitido estirar la participación hasta superar el 62%, la mejor cifra desde 2012. Esa alta participación ha contribuido probablemente a movilizar al votante del PNV, ya que los nacionalistas atribuyeron la pérdida de votos en las municipales y las generales a una mayor abstención de sus votantes.

El PNV ha iniciado con Pradales un giro que puede recordar, salvando las distancias, a lo que hizo Convergència i Unió en Cataluña cuando comenzó a crecer Esquerra. En 2012, ante el ascenso de Oriol Junqueras, Artur Mas empezó a virar y abrazó la independencia desacomplejadamente y eso condujo a los convergentes a un periplo lleno de inestabilidad y de pérdida de poder. Convergència ya no existe y su heredero es Junts, que obtiene cita tras cita la mitad de los diputados que lograba la formación de Jordi Pujol (superaba siempre los 60 escaños y ahora apenas rebasa los 30). Mas había logrado 62 escaños en 2010 y, dos años después (2012), se abrazó a la hoja de ruta separatista de ERC y se dejó 12 diputados: habrá que ver hasta dónde llega el PNV en su giro estratétigo.

Los nacionalistas vascos han empezado a acercarse a posiciones de Bildu, en el ámbito territorial (se pide más autogobierno, pero Pradales habla abiertamente de que es independentista) y en el ámbito ideológico (con un apoyo fiel a las iniciativas que impulsa el Gobierno de Pedro Sánchez, incluyendo los impuestos a las energéticas y bancos pese a que ello perjudique a grandes empresas del País Vasco, o leyes como la trans o el «sí es sí»).

El PNV logró ganar en todas las provincias en las elecciones de 2020, pero ahora solo lo ha podido hacerlo en su bastión de Vizcaya, ya que Bildu ha vencido en Guipúzcoa y Álava.

Andoni Ortuzar, líder del partido, ha puesto en valor el resultado conseguido porque, a su juicio, las elecciones se han celebrado en unas «circunstancias especiales» por el «clima adverso» que se ha creado contra el PNV, pero considera que los nacionalistas vascos han «triunfado» al revalidar la confianza mayoritaria. Ortuzar ha evitado dar excesivos detalles sobre qué va a hacer el partido a partir de este lunes, más allá de asegurar que van a liderar la constitución de las instituciones con una hoja de ruta que va a pivotar sobre el avance en el bienestar con «servicios de calidad», un autogobierno «fuerte» y la construcción de una convivencia «sana». Ortuzar sí ha reconocido que se va a tener que formar un gobierno plural, lo que todo hace apuntar a que será con el PSE, aunque habrá que ver qué influencia acaba teniendo Bildu tras sus resultados.