
Opinión
¿Puede la ciberseguridad ser una amenaza en sí misma?
Marc Sarrias, country manager de Palo Alto Networks

La ciberseguridad para muchas empresas españolas se ha convertido en un juego de espejos. A simple vista, parece que cuanto más se invierte en herramientas de protección, más segura es una organización. Sin embargo, el resultado está lejos de ser el esperado: cada nueva solución refleja una falsa sensación de control, pero en lugar de fortalecer la seguridad, muchas empresas acaban atrapadas en una maraña de herramientas inconexas, equipos desbordados y costes en ascenso. En España, esta realidad es aún más pronunciada que en otros países, y los datos lo confirman.Solo el 26% de las empresas en España confía en que su enfoque de seguridad actual es adecuado para hacer frente a las amenazas modernas, muy por debajo del 51% registrado globalmente.
Un reciente estudio de IBM y Palo Alto Networks revela que muchas empresas españolas operan con varias decenas de soluciones de seguridad procedentes de un número elevado de proveedores. En nuestra experiencia directa, algunas de las mayores organizaciones del país trabajan con entre 30 y 35 herramientas diferentes y en algunos casos hasta con 70 o más. Este ecosistema fragmentado no solo incrementa la carga operativa, sino que genera una paradoja difícil de ignorar: a más herramientas, menos efectividad. No es de extrañar que el 74% de los ejecutivos en España considere que esta dispersión limita su capacidad para hacer frente a las ciberamenazas, un porcentaje significativamente mayor al 52% registrado a nivel global.
El gran enemigo: la complejidad
La sobrecarga tecnológica ha convertido la ciberseguridad en un desafío casi inabarcable. El 72% de los directivos en España considera que la complejidad es el mayor obstáculo para mantener sus operaciones seguras. Y tienen razón. A medida que las amenazas evolucionan, los equipos de seguridad se ven obligados a operar en un entorno donde la falta de integración es la norma. El resultado es un aumento de los tiempos de respuesta, una mayor exposición a vulnerabilidades y un exceso de recursos dedicados a la gestión de herramientas en lugar de a la mitigación de riesgos reales.
Pero la complejidad no solo se mide en esfuerzos operativos. También tiene un precio tangible: en España, la fragmentación en seguridad supone un coste equivalente al 6,6% de la facturación anual de las empresas, una cifra superior al 5% reportado globalmente. Pongámoslo en perspectiva: para una compañía con 20.000 millones de euros de facturación anual, esto representa 1.320 millones de euros en costes innecesarios. Un despilfarro de recursos difícil de justificar en cualquier sector.
Más presión, menos seguridad
A todo esto se suma otro problema: la presión financiera.El 70% de los ejecutivos españolesafirma que enfrenta exigencias parareducir los costes en ciberseguridad, una cifra similar a la media global del 80%. Sin embargo, intentar recortar en seguridad sin una estrategia adecuada puede ser un error fatal. La historia nos ha demostrado quelos atacantes no necesitan que las empresas eliminen todas sus defensas; les basta con un solo punto débil. Y cuando la seguridad se gestiona con decenas de soluciones inconexas, esas brechas son inevitables.
El 63% de los directivos en España también señala que el modelo de trabajo actual ha aumentado la exposición a riesgos de seguridad. El teletrabajo, la movilidad y el uso de dispositivos personales han ampliado la superficie de ataque de las empresas, pero muchas aún confían en arquitecturas de seguridad diseñadas para un entorno que ya no existe. El problema no es solo tecnológico, sino de estrategia.
Plataformización: la única salida real
Ante este escenario, la solución no es seguir sumando herramientas a un ecosistema ya colapsado, sino unificar la seguridad en plataformas integradas y modulares. De hecho, mirando al futuro, el 72% de los ejecutivos en España cree que la adopción de plataformas de seguridad mejorará el impacto de la inteligencia artificial y la automatización en sus operaciones. Y no se equivocan.
La plataformización permite consolidar múltiples funciones de seguridad en un entorno único, eliminando la fricción operativa y reduciendo tiempos de respuesta. Con una visión holística de la seguridad, las organizaciones pueden prevenir, detectar y responder a amenazas de manera coordinada, en lugar de luchar contra su propio ecosistema de herramientas desconectadas.
Este enfoque no solo reduce costes, sino que mejora la eficacia, al permitir que las soluciones se refuercen mutuamente en lugar de operar en silos. Además, al integrar inteligencia artificial y automatización, las empresas pueden aliviar la carga sobre sus equipos de seguridad, permitiéndoles centrarse en tareas de alto valor en lugar de gestionar alertas manualmente.
El cambio no es opcional
Las cifras lo dejan claro: la fragmentación de la ciberseguridad en España está comprometiendo la efectividad de las defensas digitales y, consecuentemente, costando millones en recursos mal aprovechados. El panorama actual exige este cambio, y ya no se trata de si las empresas deben adoptar plataformas de seguridad unificadas, sino de cuándo van a hacerlo. Cada día que se posterga esta decisión es un día en el que los atacantes tienen ventaja.
Es hora de replantear la estrategia. Es hora de simplificar para proteger.
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