Ciberseguridad
Tu vecino puede ser un hacker
►No hay cifras sobre sus nacionalidades, pero se sabe que en España hay cantera de hackers. Otra cosa es que sean «buenos»
Detenido un peligroso hacker responsable de más de 40 ciberataques a organismos estratégicos en una operación conjunta de la Policía Nacional y Guardia Civil en Alicante. El juez deja en libertad a los dos hackers detenidos por difundir los datos personales de Sánchez y otros políticos. Detenidos tres hackers prorrusos por el ciberataque a ministerios y empresas españolas por su apoyo a Ucrania. Detenidos dos ciberdelincuentes en Valencia durante un macrooperativo policial internacional contra el cibercrimen.
Estos que acaba de leer son diferntes titulares recientes que demuestran que, en ocasiones, el atacante cibernético no reside en desiertos ni montañas lejanas, sino que puede llegar a ser tu vecino. Por poner un ejemplo, Alcasec o Tasmania son los apodos (o nick) de algunos de los hackers más famosos en nuestro país, pero, desde luego, no los únicos.
De hecho, en un momento en el que todas las empresas (tanto públicas como privadas) buscan desesperadamente talento para hacer frente a las nuevas amenazas digitales, algún que otro responsable de la seguridad tecnológica se ha lamentado en foros públicos por el hecho de que (especialmente los más jóvenes) se sientan atraídos por el lado oscuro, donde sus hazañas pueden ser económicamente mucho más «valoradas» o «premiadas» que en el lado del bien.
Mi hijo, hacker
Dado el oscurantismo en el que se mueven los piratas informáticos (no en vano, sus actividades son ilícitas), no hay datos de la nacionalidad de estos personajes. Sin embargo, y en lo que se refiere a las redes organizadas del cibercrimen, muchos expertos e informen circunscriben su procedencia y acción en países como China, Rusia o Corea del Norte.
Pero, como vemos, a veces las fuerzas de seguridad detienen a nuestros conciudadanos por este tipo de actividades.
Virginia Tovar, de Alicante, reconoce ahora que lo pasó muy mal durante muchos años, en la adolescencia de su hijo, por temor a que éste pudiera acabar en las redes del mal. Diagnosticado con altas capacidades y TDH, su hijo pronto se interesó por la informática. Tras descartar la animación 3D, descubrió el hacking ético a través de un curso on-line. «Me atacaba a mí para poner en práctica lo que aprendía», nos explica, añadiendo que, con apenas 13 años, su hijo solo se divertía sin ser consciente de los riesgos que sus acciones podían conllevar. «Le encantaba investigar y meterse en los suburbios de la red. Me tuve que poner las pilas y aprender qué era eso de la Deep Web y la Dark Web», relata, añadiendo que tuvo que tirar del sentido del humor para «sobrellevar el miedo de que mi hijo pudiera hacer algo».
El acompañamiento y la educación que, en este terreno, le inculcaba como madre se vio fuertemente complementado por la figura de un Guardia Civil experto en ciberseguridad, Ángel Pablo Avilés «Angelucho» (ya fallecido), quien mentorizó a este joven (y a otros) para que se quedara en el lado correcto del hacking. «Fue nuestro ángel de la guarda», confiesa, emocionada, Tovar, que recuerda cómo este experto le decía a su hijo que siempre tenía que ir por el camino del bien y que le estaban vigilando. «Seguramente fuera mentira, pero con 14 años, a mi hijo le imponía lo que decía la Guardia Civil. Y, afortundamanete, ha acabado en el lado del bien».
Marc Rivero, Lead Security Researcher de la firma de seguridad Kaspersky, cree que el hecho de que muchos jóvenes españoles se puedan sentir atraídos por el «lado del mal» se debe a que el cibercrimen «se les presenta como un reto intelectual emocionante, una vía de reconocimiento entre sus iguales y, a veces, una forma de obtener dinero rápido». Y, como le pasaba al hijo de Virginia Tovar, «a menudo desconocen las consecuencias reales de estas actividades y no tienen claro que existen alternativas legítimas para desarrollar esas mismas habilidades».
Educar, acompañar
Tanto este responsable como la madre de este hacker reconocen que la educación y el acompañamiento es vital, especialmente entre los más jóvenes, para evitar que todos sus conocimientos y destrezas tecnológicas se usen para fines ilícitos y reconducirlos a actividades constructivas como competiciones de hacking ético o estudios en ciberseguridad.
«No le permitía usar auriculares para saber en todo momento con quién hablaba mi hijo. El ordenador no estaba en su cuarto, sino en uno compartido. Pero creo que es importante no limitarles ni cortarles las alas si de verdad es su pasión, pero sí acompañarles en todo momento», resume Tovar como alguno de sus consejos«.También es importante visibilizar a los profesionales que usan sus conocimientos para proteger a empresas y ciudadanos, así como crear programas y oportunidades que acerquen a los jóvenes al sector. De este modo, los mismos factores que hoy los empujan al cibercrimen pueden transformarse en motivaciones positivas para una carrera prometedora en seguridad informática», destaca Rivero.
Algo en lo que coincide la madre de este (ahora ya mayor) hacker, quien asegura que haber conocido a Chema Alonso (uno de los hackers éticos más mediáticos de España) o compartir escenario con otros expertos en conferencias de ciberseguridad le hacía sentirse como una estrella del rock.