Galicia
Casado necesita a Feijóo para mantenerle el pulso a Sánchez
El PP confía en que confirmará su cuarta candidatura a principios de año con el objetivo de no perder su poder territorial
A principios de este año el PP gallego tendrá que someterse a una decisión clave para su futuro, si repite o no como candidato en las autonómicas de este año el actual presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Será su cuarta candidatura y todo indica que se confirmará a principios de año. Feijóo tiene marca propia en Galicia, y tanto en el partido gallego como a nivel nacional creen que sin esa «marca» el PP se arriesga seriamente a perder la Xunta. El golpe tendría repercusiones directas sobre Casado, aunque el partido en Galicia responda a una autonomía y a unas claves estratégicas que no están subordinadas a Génova. Los mensajes que llegan del Gobierno de la Xunta es que la intención es dar estabilidad y agotar la Legislatura, que termina en septiembre, pero los movimientos ya se han activado en el PP por la importancia de esta plaza tan simbólica.
Feijóo ya renunció en las últimas elecciones autonómicas a cumplir su compromiso de no asumir un tercer mandato por la presión del partido ante el vértigo a no alcanzar la mayoría absoluta. Sin esa mayoría el PP perdería el control de uno de sus feudos históricos, y ese vértigo vuelve a sentirse en el PP gallego y en el PP nacional.
Por eso ya han empezado las presiones para convencer una vez más al líder gallego a que renuncie a dar un paso atrás y vuelva a presentarse. Hasta en Génova piden que éste sea el marco sobre el que se celebren las próximas autonómicas porque, aunque el presidente de la Xunta no sea uno de los «barones» de la «corte» del nuevo equipo de dirección, Casado le necesita para mantener su poder territorial y para mantenerle el pulso a Pedro Sánchez. Además de que este poder territorial es el que le sirve de plataforma para diferenciarse de Vox en el cuerpo a cuerpo que los dos partidos librarán hasta las próximas autonómicas y generales. Vox no quiere entrar en gobiernos porque esto le facilita desplegar mejor ese papel de partido antisistema con el que aspira a ensanchar su cuerpo electoral. Mientras que la coartada para el discurso del PP de que ellos son la única alternativa seria al gobierno de la izquierda es su cuota de poder autonómico y municipal.
El PP gallego no tiene asegurada la mayoría absoluta en las próximas autonómicas a pesar de que el retroceso electoral del PSOE en las generales del 10-N y el batacazo de Ciudadanos le dieron aire. Consiguieron 18.590 votos más que en los comicios de abril, cuatro puntos y medio más de apoyo (31,95) y diez escaños frente a los nueve de la anterior convocatoria, con lo que los populares lograron recuperar la hegemonía perdida en las anteriores generales a mano de los socialistas. Por eso Feijóo aseguró tras la noche electoral que «más que nunca» el PP mantenía sus expectativas para «conseguir una mayoría suficiente, absoluta» en las elecciones autonómicas previstas para el próximo año.
Pero para conseguir ese objetivo el PP se aferra al «efecto Feijóo». La extrapolación de los resultados de las generales de este 10-N a unas hipotéticas autonómicas asegura que los populares pueden ganar los comicios, pero no tienen garantizado gobernar con mayoría absoluta ni siquiera si se hacen cálculos con la hipotética suma del apoyo del posible candidato de Vox. Será decisivo el impacto del candidato entre los electores, si se presenta o no Feijóo, y de que en unas autonómicas no existirá previsiblemente la fragmentación de voto que sí se da en las nacionales.
En Galicia la partida se libra entre el bipartidismo. Cs no preocupa y Vox, en principio, tampoco. Pero el problema es que sí pueden afectar los discursos y el guión de la política nacional. La estrategia que imponga Génova frente a Vox o lo que pase con la negociación de la investidura de Sánchez generarán un ruido que tendrá sus efectos tangenciales inevitablemente en la política gallega.
Será en los primeros meses de 2020 cuando se despeje la incógnita sobre el futuro político de Feijóo. Todavía en el partido sigue sin entenderse por qué renunció a asumir su condición de delfín de Mariano Rajoy, una batalla en la que no habría tenido rival por el consenso interno que despertaba su nombre como sucesor de Rajoy. Ese tren paso, pero en política hay que dejar siempre un resquicio abierto a lo inesperado.
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