Política
Reparar las heridas
La reacción del independentismo al discurso de Nochebuena del Jefe del Estado se puede calificar, como mínimo, de desproporcionada e inconveniente. La mayoría de los partidos políticos han considerado el discurso como prudente y medido. Incluso por parte de aquellos que en el pasado han criticado otras intervenciones del monarca, se ha considerado este mensaje respetuoso con la diversidad de opiniones e ideologías del panorama político. Por eso llaman más la atención las críticas y descalificaciones de Torra, Rufián o Maragall. La agresividad del independentismo contra el jefe del Estado no ayuda al presidente Sánchez a presentar como normal para una parte de la ciudadanía, el que una fuerza parlamentaria como ERC facilite su investidura. Si ya de por si es difícil de entender y aceptar el complejo proceso de negociación de la investidura, pendiente ahora del escrito de la abogacía del Estado tras la sentencia de Luxemburgo, mucho más cuesta arriba se ponen las cosas, si los independentistas en lugar de ayudar al PSOE echan más leña al fuego. Su actitud da la razón a aquellos que piensan que el independentismo es insaciable y que no merece la pena ni dialogar ni negociar en la búsqueda de una solución al problema catalán. Si la investidura saliese adelante con la abstención de ERC, el discurso de investidura del candidato a la presidencia debería lanzar un mensaje semejante al del Jefe del Estado. El clima de división y enfrentamiento que el escenario político y los resultados electorales están propiciando, debe repararse lo antes posible presentando un proyecto de país que una a las distintas autonomías y a la mayoría de la ciudadanía. Se trata de que ningún colectivo o grupo humano se sienta humillado. Es necesario volver a instaurar un clima de convivencia entre iguales en derechos y obligaciones con independencia de la Comunidad en la que residan, y que recupere la lealtad constitucional entre ideologías diferentes o enfrentadas. La intransigencia en la defensa de los planteamientos territoriales lleva a un circulo infernal que generará una desafección institucional creciente. La primera obligación del nuevo Gobierno es reparar las heridas de todos estos meses y años de incertidumbre. Es una misión difícil, porque la oposición no querrá participar, pero el futuro presidente tiene que intentar superar las dificultades, como esta superando las salidas de tono de los independentistas.
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