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Eutanasia
Los “eutanasiastas”

Los «entusiastas de la eutanasia» –siempre que sea para los demás– demuestran tal celo por esa necrológica causa, que parecería que defienden la vida en lugar de la muerte. Ya mucho antes que ellos, hubo entusiastas partidarios de favorecer a los demás un plácido tránsito hacia la muerte. No es nuevo inducir al suicidio de diversas formas, entre las que destaca la «aséptica» pastilla de cianuro.
Por supuesto, siempre para evitar un «mal mayor» al otro. Porque lo que motiva tan filantrópico y caritativo propósito es, ante todo, «ayudar al prójimo» ante un mal, sea moral o físico: una dura condena de prisión, el deshonor que mancille la familia… o evitar padecimientos incurables.
La actual iniciativa para legalizar la eutanasia es coherente con una sociedad sin valores éticos y morales, insolidaria y egoísta, que tiene una idea del hombre meramente «utilitarista», en la que solo cuenta el tener y el producir. Pero la dignidad de la persona es intrínseca a su ser, no se cercena ni se merma porque esté enferma, sino que se mantiene íntegra, y es de tal valor que no puede supeditarse a ningún derecho, como ha recordado el TC de Italia.
Afortunadamente en España ––aunque debilitados– persisten principios éticos capaces de discernir el bien del mal, y de apostar por una cultura de la vida y no de la muerte.
Se trata de paliar el dolor al enfermo, no de matar al enfermo para paliarle el dolor.
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