Eutanasia
“Yo no callé” (III)
«La fortaleza de una democracia depende de los valores en los que se apoya». ¿Cuáles son esos valores si las personas más indefensas, débiles, mayores..., cuando están en situación de máxima fragilidad y dependencia por una enfermedad crónica y grave, sufrimiento, depresión, etc... reciben como ayuda el facilitarles la muerte para que dejen de sufrir? ¡¡Se trata de ayudarles a no sufrir, no de matarles para que no sufran!!
Es patético que se pretenda vestir como «progresista» una medida que ya Hitler –sí, Hiter– implementó al poco de que los nazis asumieran el poder en Alemania. La «pureza y la calidad de la raza aria» justificaba la aplicación de medidas eugenésicas, entre las que ya se encontraba la eutanasia. Al menos aquellos bárbaros no eran cínicos ni hipócritas, y no escondían sus objetivos. Los actuales pretenden vender como humanitaria su eugenésica iniciativa. Tienen mayoría para sacar adelante esa ley, pero eso no legitima un proyecto ante el que no se puede ni se debe callar. No callaremos ante una propuesta que legaliza una práctica que descarta a los más necesitados de solidaridad y cariño. Que no pretendan seguir engañándonos, porque no lo van a conseguir: podrán vencer, jamás convencer. Igual que hoy nuestra civilización se avergüenza de la segregación racial o étnica, de la esclavitud o la violencia contra la mujer, un día –no lejano– se avergonzará de los «eutanasiastas». Que, al menos, podamos decir: «Yo no callé».
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