Eugenésica pandemia

El pasado 30 de julio, el Boletín Oficial del Congreso publicó la Proposición de LO del grupo socialista sobre la eutanasia. Leerla ahora, a la luz de lo que estamos viviendo, resulta escalofriante. Con las innumerables víctimas de esta pandemia, hemos tenido ocasión de constatar que no existe esa «demanda social» que alegan, en favor del reconocimiento del «derecho individual a facilitar la muerte de un enfermo». ¿Cuántos, entre los contagiados, deseaban que se les facilitara la muerte? ¿Para qué acuden en masa, entonces, a los hospitales?

Es pavoroso comprobar cómo el Covid-19 está actuando como un eficaz ejecutor de ese «presunto derecho» al suicidio: la pandemia reducirá significativamente el gasto público futuro para atender a ancianos y enfermos crónicos. Ya no va a ser necesaria la eutanasia, ni reabrir el debate sobre la «buena muerte» —significado etimológico de la eutanasia según los socialistas—por lo que sería de agradecer que se retirara esa lamentable iniciativa de la Cámara. Bastante están sufriendo los ancianos y enfermos crónicos con el Coronavirus para que, cuando pase la epidemia, amenacemos a los supervivientes con reconocerles su derecho a «suicidarles» legalmente. El criterio «utilitarista» que algunos aplican en el triaje ante la falta de medios, eligiendo a los más jóvenes para ofrecerles respiradores, frente a mayores y enfermos, es digno de los programas eugenésicos carentes de ética e inmorales. Es un criterio inaceptable.