Estado de alarma

Cs da el “sí” a Sánchez para un estado de alarma “light”

El presidente da a Arrimadas el lugar de Casado, relega al líder del PP a la interlocución con la vicepresidenta, y abre la negociación para mantener la alarma con PNV y Cs, pese al «no» del PP.

La líder de Ciudadanos (Cs), Inés Arrimadas, prepara ya el camino para hacer de nuevo que sus 10 escaños sean decisivos en el Congreso de los Diputados. La negociación con el Gobierno está abierta, circunscrita al estado de alarma que el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, pretende mantener hasta que termine la desescalada. Moncloa busca cómo vestir esa continuidad del estado de alarma para conservar el apoyo de Cs y de PNV y hacer inútil el «no» que Pablo Casado ya adelantó en el último debate parlamentario. Y que ayer solemnizó en un acto en el que presentó su «gobierno en la sombra» y su plan de desescalada jurídica alternativo al estado de alarma. El lunes, por cierto, se lo explicó a la vicepresidenta Carmen Calvo.

Moncloa ha desplazado al líder del principal partido de la oposición a la ronda de contactos que tutela la vicepresidenta, mientras que, al mismo tiempo, ayer Sánchez conversó con Arrimadas dentro del compromiso de diálogo semanal que adquirió con ella la pasada semana a cambio de asegurarse el voto favorable de Cs a la última prórroga de la alarma. Cs ha conseguido colocar en primera línea sus diez escaños, aunque tiene que jugar con inteligencia para no cargar con el desgaste del Gobierno. El escudo es la condición formal de que negociarán cada medida, y de que no habrá apoyo si no hay contrapartida por parte de Moncloa y se cumple lo pactado. Así, la formación naranja no anticipa su posición ante la decisión del Gobierno de mantener el estado de alarma, e incluso ayer informó de que Sánchez no les había comunicado que tuviera intención de solicitar a la Cámara una prórroga de 30 días. «Seguiremos siendo exigentes con el Gobierno, pero pensando en el interés general. No aseguramos ningún apoyo a iniciativas del Gobierno si cada una de ellas no va precedida de diálogo y negociación».

En su debilidad parlamentaria Sánchez vuelve a enfrentarse a una votación angustiosa para sacar adelante la quinta prórroga del estado de alarma, que se prevé que se anuncie este fin de semana. La llave la tienen Cs y el PNV, una vez que Casado confirmó que «no hay excusa para mantener a España en una situación de excepcionalidad constitucional. No se puede seguir confinando a la población sin tener alternativa jurídica».

De la ronda de contactos de Calvo ha trascendido la hipótesis de que el Gobierno pretende ampliar a 30 días la prórroga para evitarse más exámenes parlamentarios agónicos. Moncloa tiene que encontrar la manera de presentar una nueva fórmula de estado de alarma, condicionada, y que facilite el apoyo de la formación naranja y de los nacionalistas vascos, en contrapartida en este último caso a la desescalada a la carta que les ha permitido el Gobierno. La gestión del pase a la fase 1 del País Vasco ha sido una concesión al PNV y a sus particulares intereses: la visión unitaria de la «nación» y la convocatoria de elecciones en julio. Vizcaya no cumplía los criterios, pero el PNV no quería diferencias entre provincias y menos en Vizcaya, importante granero de votos. El presidente del Gobierno cedió, apuntaló al PSE como socio del Gobierno vasco y se allanó el camino en el Parlamento.

Cs y PNV fueron los partidos que se llevaron los réditos políticos de su voto afirmativo en el último debate, y la jugada política pasa ahora porque Moncloa diseñe el protocolo de estado de alarma que encaje los votos de PNV y de Cs. Esta negociación no va ligada a la de los Presupuestos, sobre los que no ha habido ningún contacto entre el Gobierno y Arrimadas. De hecho, para los PGE Moncloa intentará salvar primero a los socios de investidura y, si falla ERC, buscar mayorías alternativas, con el obstáculo de la incompatibilidad entre Cs y Podemos.

Mientras se habla de la necesidad de grandes acuerdos, en la táctica política la realidad es que Sánchez juega a esquinar a Casado, y Casado también ha facilitado, aunque tenga argumentos razonados, quedarse en este caso fuera del tablero político. Fuera de su círculo de Génova, en su partido no entienden su estrategia y hay coincidencia en la política territorial en que el PP debería haber intentado negociar una prórroga, con medidas de transparencia, con un paquete de medidas de reactivación económica que tenga paraguas más allá del estado de alarma, aunque fuera sabiendo que iba a ser imposible el acuerdo porque Sánchez lo bloqueara. «Nos falta relato».