El desafío independentista

La “mesa de diálogo” resolverá las cuentas

Tras la crisis del coronavirus, la "mesa de diálogo" vuelve a estar en el centro del debate, como condición para que unos y otros den su apoyo.

La «Mesa de Diálogo» entre el Gobierno y la Generalitat se materializó como el compromiso de Pedro Sánchez a ERC a cambio de su abstención en la investidura, que le permitió revalidar el poder después de las elecciones del 10 de noviembre. Una vez superado el escollo de llegar a La Moncloa, el Ejecutivo debía lograr mantenerse y para ello era necesario aprobar unos Presupuestos. El aval a las cuentas públicas volvió a enmascararse detrás de la convocatoria de la Mesa. «Sin Mesa no habrá Presupuestos», llegó a sentenciar Oriol Junqueras desde la cárcel. Dos reuniones en febrero –primero en el Palau entre Sánchez y Quim Torra y luego en Moncloa ya de todos los integrantes del foro– fueron suficientes para que ERC se aviniese a avalar la senda de estabilidad, primer paso para poner en marcha la maquinaria presupuestaria. Pero entonces llegó la pandemia y, tras la crisis del coronavirus, la «Mesa de Diálogo» vuelve a estar en el centro del debate, como condición para que unos y otros den su apoyo. La novedad es que la irrupción de Ciudadanos como «socio preferente» del Gobierno durante la crisis sanitaria aporta un nuevo elemento discordante y si ERC pide que se celebre la reunión y aprieta para fijar una fecha, los naranjas «seducen» al Ejecutivo con la posibilidad de ser ellos quienes faciliten la aprobación de las cuentas, si la «Mesa de Diálogo» no llega a celebrarse.

A este galimatías entre socios de la Moncloa, se suma el que protagonizan los socios, pero del Govern. La crisis en la Generalitat es total y las estrategias de ERC y JxCAT también chocan a cuenta de la Mesa y ante el eventual escenario electoral en Cataluña. Los republicanos necesitan que se celebre para vender ante el electorado su visión pragmática y de capacidad de influencia en Madrid, mientras que el sector de Puigdemont –que nunca quiso que se celebrase– busca ahora la reunión para boicotearla y utilizar ese fracaso como arma arrojadiza contra ERC, por haberse sometido al Gobierno sin ningún resultado.

El caballo de Troya de la «Mesa de Diálogo» son las aspiraciones de Quim Torra de volver a convocar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, una expectativa que en Moncloa rechazan de plano.

Desde el Ejecutivo solo están dispuestos a alumbrar «soluciones imaginativas» que permitan a los soberanistas abandonar la vía unilateral. Entre ellas estarían desde mejorar las competencias o la financiación de Cataluña, hasta renegociar la asignación de los fondos europeos. Unas propuestas que sí ven con buenos ojos en ERC.

Por el momento, la «Mesa de Diálogo» sigue sin fecha y no se celebrará antes de las elecciones del 12 de julio en Galicia y País Vasco, tal como publicó ayer LA RAZÓN, porque el Gobierno tiene puestos «sus esfuerzos» en ellas. No obstante, son otras elecciones, las que se puedan llegar a celebrar en Cataluña después del verano, las que ponen en solfa la celebración del foro de interlocución entre Gobierno y Generalitat.

En Moncloa temen que esa reunión se convierta en un acto de campaña para Torra, un presidente que será próximamente inhabilitado y que no tendrá legitimidad como interlocutor más allá de unos meses. Hay sectores de ambas partes que creen que la apuesta decidida por el diálogo que propone Moncloa debería retomarse, sí, pero cuando haya un nuevo equilibrio de fuerzas –o al menos definitivo– en Cataluña tras la celebración de los comicios.