ETA

“Presos políticos”: la perversión del lenguaje

Víctimas del terrorismo se quejan de que a los reclusos terroristas se les dé esta denominación

El etarra Miguel Carrera Sarobe, "Ata", durante un traslado a España en 2016/Foto: Efe
El etarra Miguel Carrera Sarobe, "Ata", durante un traslado a España en 2016/Foto: Efelarazon

Uno de los asuntos que más irritan a las víctimas en particular, y a la mayoría de los españoles en general, es la utilización del término “presos políticos” para referirse a los reclusos que cumplen condena por haber cometido delitos de carácter terrorista.

El antiguo entorno proetarra, cada vez más envalentonado (COVITE denunciaba recientemente el aumento exponencial de los actos protagonizados por estos individuos), habla, con toda impunidad, de “presos políticos” para referirse a los individuos que forman parte de la peor organización delictiva que ha conocido España.

Todo ello forma parte de la estrategia de “blanqueo” de ETA y su siniestra historia. Documentales, actos de todo tipo, perversión del lenguaje...al final va a resultar que los cuatro decenios de terrorismo que ha sufrido nuestro país a cargo de la banda no han existido, son una especie de lapsus, algo que pasó, sí, pero que era consecuencia de la “terrible represión” que sufría el “pueblo trabajador vasco”, según han comentado a LA RAZÓN varias víctimas.

La finalidad es la de transmitir a la opinión pública que si los criminales están en la cárcel es por mantener unas ideas políticas distintas de las del régimen de turno, y no por haber asesinado a cientos de personas, mujeres y niños incluidos.

Colocar un coche bomba en unos grandes almacenes o contra un acuartelamiento en el que vivían decenas de familias completas, era un acto político de protesta y no un terrible crimen.

Con esos mismos argumentos, los que les apoyan desde el exterior negocian para estos presos una serie de planes con el fin de que su estancia en la cárcel sea lo más placentera y lo más breve posible. 

Las víctimas asisten atónitas e indignadas a traslados, excarcelaciones y otros beneficios para etarras en lo que, según denuncian, es el pago por el apoyo que EhBildu prestó al PSOE para que gobierne a nivel estatal y Navarra.

Hace 35 años, con mucho esfuerzo, se logró cambiar el lenguaje que había impuesto ETA y se les empezó a llamar por su nombre: terroristas, asesinos, criminales. Los atentados y asesinatos eran eso y no “acciones”. Y ETA, una siniestra banda de delincuentes y no una organización revolucionaria vasca.

Ahora, tratan de que se vuelva al pasado y el término “presos políticos” lo cuelan siempre que pueden. 

En la historia del terrorismo etarra hubo, sí, políticos: los asesinados por sus pistoleros: Ordóñez, Buesa, Múgica y tantos otros. Cabe el consuelo que el de Giménez Abad, el presidente del PP de Aragón, está a punto de resolverse y condenados sus todavía presuntos autores.