Confinamiento

Confinamiento político

Pedro Sánchez
Pedro SánchezPOOLREUTERS

Días antes del debate de la moción, Casado estuvo en Bruselas recabando el apoyo de la Comisión para impedir que Sánchez consumara su asalto al gobierno de los jueces. Loable objetivo conseguido; veremos si el precio pagado compensa el daño infligido a una alternativa real de gobierno de centro-derecha.

Sánchez se lo exigió claramente en su primera intervención del debate: «Para negociar el CGPJ, debía votar “no” a la censura». Tras la intervención de Casado, calificada de «brillante» por Iglesias y de «acertada» por Lastra –sin duda lo fue para sus intereses–, Sánchez anunció la paralización de la reforma de la LOPJ.

Así que pactaron el órgano de gobierno de los jueces a cambio de la voladura de los puentes entre «las derechas», asumiendo que, por decisión de Sánchez e Iglesias, Vox debe ser confinada por ultraderechista a perpetuidad. Para el centro-derecha, esta claudicación ideológica puede ser demoledora política y socialmente: supone aceptar por incomparecencia el monopolio del discurso gramsciano cultural. Es renunciar al debate de las ideas y las ideologías frente a la izquierda, asumiendo que es lo «políticamente correcto». Es desistir de suponer una alternativa real de Gobierno, para pasar a ser, como mucho, la alternancia sistémica que solo sane la economía –previamente destrozada por la izquierda–, y que le permita a ésta continuar después «transformando» la sociedad. Pero no olvidemos que el voto y la conciencia no están confinados: Ahora empieza el verdadero debate de las ideas, los principios, las convicciones y los valores.