Análisis

Un discurso de Rey; no de hijo

Cinco expertos ofrecen un primer análisis del Mensaje de Navidad del Rey en 2020

El cuarto poder constitucional
El cuarto poder constitucionalCasa de S.M. el ReyLa Razón

Pasó la hora de la prueba para Zarzuela y, con las incógnitas finalmente despejadas, llega la hora del análisis... o al menos de un primer análisis. Cinco expertos aportan su visión sobre el discurso el Rey, las expectativas que ha generado y la manera en la que la Casa de S. M. el Rey ha tenido de resolver una complicada papeleta que se había creado a lo largo del año bajo tres premisas principales: el goteo de titulares provocados por las presuntas irregularidades de Don Juan Carlos, su salida a Emiratos y las especulaciones sobre cómo será su eventual regreso y, principalmente, la estrategia de los independentistas y de las formaciones de extrema izquierda de desgastar la Corona como paso previo a la consecución de su objetivo confeso de tumbar el sistema constitucional en España.

El ex ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo creo que hubo un discurso aun más difícil: el del 3 de octubre. Esto no es óbice para que haya sido un «momento muy complicado al haberse descubierto incidentes poco ejemplares como mínimo, que contribuyen a enturbiar un reinado que ha sido, en mi opinión, el mejor que ha tenido España desde Carlos III y que necesariamente repercuten también en los titulares bajo los que Felipe VI debe realizar su función». Sin embargo, lo que es más preocupante es que a esto «hay que unir una maniobra orquestada contra la Corona que se ha convertido en el último valladar para evitar que España se convierta en un estado plurinacional o por lo menos en dar el cañonazo de salida para la disolución de España. Esto es lo que convierte al actual en un momento histórico».

Margallo recuerda que el de Navidad es el discurso más personal del Monarca a lo largo del año y las circunstancias lo han hecho más personal aun. «Y el tema personal no hay que menospreciarlo, no hay que olvidar que se trata de su padre. Don Felipe ha hablado siempre con mucha claridad sobre este tema. Se distanció en marzo y renuncia a cualquier beneficio económico que pudiera tener. Siempre legalidad y ejemplaridad, ya que, aun siendo legal una cosa, puede no ser coherente con los valores de ejemplaridad que asumió». Sin embargo para Margallo es fundamental una cosa: la responsabilidad política que pudieran tener los actos de Don Juan Carlos esta más que saldada con la abdicación. «El referente claro es Nixon y el Watergate, cuando dejó el puesto se le concedió el perdón. Aquí no ha pasado, no ha bastado con todo lo que le han quitado sino que se ha visto obligado a salir de España para no entorpecer la labor del Rey. Y Sigue la cacería mediática. La única explicación es que la pieza a cobrar no es Don Juan Carlos sino Don Felipe».

Para el periodista y escritor José Apezarena, además de hablar «con fuerza, con empuje, empujando» sobre las situaciones que se viven en este país, singularmente la pandemia y sus derivadas Felipe VI ha hecho mención a las dificultades de su padre. «Lo ha hecho al hablar de que los principios morales y éticos, que proclamó ya en el discurso de inicio de su reinado, ’'nos obligan a todos sin excepciones’'. A todos». Por lo demás es más significativa aún en su opinión la afirmación de que tales principios están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares. «En definitiva estaba diciendo que, en tan delicado asunto, don Felipe viene actuando como rey y no como hijo. Y no ha ido más allá. Ni podía ni debía. Entre otras cosas, porque los asuntos de su padre se encuentran en fase de investigación, y falta una conclusión definitiva, judicial en su caso», explica.

Y concluye: «Un último comentario. Tengo muy claro que, a pesar de las predicciones, y aun los deseos, de Pablo Iglesias, esta noche en los hogares españoles se ha hablado de muchas cosas. De muchas. Pero, desde luego, no del debate monarquía-república». En un análisis más político, Apezarena afirma que si el discurso del Rey iba a servir para comprobar, como se ha dicho, si Pedro Sánchez controla a Pablo Iglesias, la respuesta es que, dentro del Gobierno, el vicepresidente segundo «no tiene voz ni voto». «Pedro Sánchez, no solo le está manteniendo al margen de todas las deliberaciones y decisiones que se han ido tomando a propósito de la situación del Rey emérito, sino que en este caso concreto ni siquiera la ha dejado ver anticipadamente el contenido del mensaje, que La Moncloa conocía con antelación suficiente como para dar el visto bueno y, si hubiera hecho falta, apuntar alguna sugerencia. Por tanto, su contenido cuenta con el plácet del Gobierno», explica.

La reflexión que aporta Fernando Rayón, periodista y experto que ha escrito cuatro libros sobre diversos aspectos de la Familia Real española, va por la línea de recordar que el discurso de esta Navidad no se diferencia mucho de los cinco anteriores en el sentido de que suponga un reto especial: «Todos los que le han tocado en Navidad han sido importantes- Siempre ha habido cosas... cosas con la familia, cosas con Cataluña, ahora cosas con la pandemia...». Sin embargo, en su opinión, los Mensajes de Navidad no son para hacer política sino para constatar cuál es la situación y analizarla. Para Rayón la polémica en torno a las irregularidades de las finanzas de Don Juan Carlos es de suficiente envergadura para que se pueda obviar una referencia al asunto.

«Los que quieren esa referencia plantean ésta como un debate sobre la Monarquía, pero algo de esas características se sale de lo que es un discurso de Navidad, que tiene necesariamente otro contenido y otro tratamiento. Desde mi punto de vista, la referencia a su padre es obligada». Esta alusión, según este experto, debería ir más allá de ya clásico «todos somos iguales ante la ley». «Eso sería un lugar común que puede valer todo. La figura de Don Juan Carlos es muy importante. Sin embargo, no lo digo porque tenga que ser una critica sino lo contrario: creo que está obligado a una defensa de su padre. Resaltar lo bueno que ha sido su reinado y naturalmente señalar los errores. No me parece que eso sea malo tampoco. Las dos cosas son compatibles».

El politólogo Pablo Simón reconoce no ser un experto en Monarquía y asume que es imposible saber con antelación que fórmulas escogerá Zarzuela para referirse a los problemas que le acosan pero sí que está claro que se trata de «una situación muy difícil a causa de los escándalos de corrupción de Don Juan Carlos. Ha intentado levantar un cortafuegos desde agosto, en mi opinión sin éxito. La situación es inexcusable pero es muy difícil vaticinar como se producirá esta mención, de manera directa o colateral. Es evidente que la Corona tiene que hacer muchos esfuerzos para alejarse de la sombra de la corrupción». Sea como fuere Simón considera que muchas de esas cosas no dependen del propio Felipe VI. «Es cierto que el ha realizado muchos gestos para dotar de transparencia pero hay ámbitos en los que se tiene que actuar que están más allá de sus competencias, como por ejemplo abordar la reforma de la Institución a través de una Ley Orgánica que desarrolle cómo va a ejercer sus funciones».

Este politólogo considera que para que su actividad deje de ser un espacio cuya opacidad dependa de cada Monarca hace falta ese desarrollo normativo pero está claro que no va hacer un llamamiento a que esto se realice durante un Discurso de Navidad. «Al final al que le parezca bien el Rey le parecerá bien la alusión que haga a la polémica en los términos que esta se produzca. Y al que le parece mal el Rey le parece mal también sea como sea», concluye.

El jurista e historiado Ignacio de Hoces destaca el mensaje tan cercano y eminentemente social que pronunció el Rey: «preocupado por el momento tan delicado que atravesamos, ha apostado por dirigirse a cada español, empatizando con las familias españolas ante esta angustiosa situación. Además, sabedor de las enormes posibilidades con las que cuenta España, ha hecho un llamamiento claro e inequívoco al fortalecimiento de nuestro tejido industrial, empresarial y productivo, algo imprescindible para la propia supervivencia nacional». También considera reseñable, al igual que en otros discursos, que este año se haya vuelto a señalar una cuestión que, aunque elemental, no deja de ser hoy necesaria: «la convivencia requiere del respeto a la Constitución como marco esencial en el que ejercer los derechos, las libertades y las aspiraciones políticas». Finalmente, Hoces considera que «el Rey, igualmente, ha pronunciado un discurso sin la autocrítica de cariz destructivo que hubiera gustado a los que llevan tiempo atacando a la Institución, y que tanto han cacareado durante estos últimos días.

El discurso, en ese sentido, ha sido atinado, prudente y ha recordado la importancia de los principios morales como guía para las conductas de todos los servidores públicos por encima de cualquier consideración personal o familiar». Pero lo más destacable por encima de todo para este experto, es el llamamiento a la esperanza: «Recordando la enorme riqueza de la Nación y los sacrificios de tantas generaciones de españoles a lo largo de la historia, tanto que, ha dicho, nuestra historia en un tiempo fue la propia historia del mundo, ha apelado de nuevo al esfuerzo de todos, para que España, como en otros tiempos difíciles, salga también adelante».