El personaje

Carolina Darias: La mujer enigma

Quienes la conocen aseguran que dará sorpresas y buscará el consenso máximo con las comunidades

Darias para Pilar Ferrer
Darias para Pilar FerrerPlatónIlustración

Ha sido una gran desconocida, anodina, de perfil bajo como segundona de su antecesor, Salvador Illa, en el comité de crisis y ruedas de prensa por la pandemia. Más allá de su entorno cercano y el PSOE de Canarias, Carolina Darias San Sebastián es, de momento, toda una mujer enigma. Para unos es una burócrata de partido sin ninguna experiencia sanitaria, mientras que en opinión de sus compañeros es una gran trabajadora, discreta y sin hacer ruido, con talante conciliador. Cualidades que destacan en La Moncloa y justifican la decisión de Pedro Sánchez de nombrarla ministra de Sanidad. En su anterior puesto al frente de la cartera de Administración Territorial y Función Pública no ha dado un solo titular de prensa, algo que ahora necesariamente cambiará al pilotar la mayor crisis sanitaria que se recuerda. Funcionaria de profesión en las Islas Canarias y Licenciada en Derecho por la Universidad de la Laguna, Carolina Darias se estrena en el cargo como una incógnita, aunque los suyos advierten que dará sorpresas y buscará el consenso al máximo con las comunidades autónomas y el mundo sanitario en medio de esta enrevesada y trágica situación.

Su nombre salió a la luz cuando tras la manifestación feminista del 8-M fue la segunda ministra, después de Irene Montero, en infectarse del coronavirus. Tras su preceptivo aislamiento fue la responsable en silencio de Administración Territorial y se convirtió en la sombra callada de Salvador Illa. En Moncloa definen su designación al frente de Sanidad como «el relevo natural», dado que Carolina Darias ha participado en todos los comités de crisis y consejos interterritoriales con las comunidades autónomas. Cumple además el deseo del presidente del Gobierno de realizar un mínimo cambio en el seno del Gabinete. Ahora esta política canaria, militante socialista desde hace veinte años y siempre vinculada al archipiélago, deberá demostrar su temple ante la tremenda pandemia, la vacunación y los conflictos regionales en la gestión sanitaria. Quienes la conocen aseguran que su perfil técnico y dialogante, pero sin estridencias, es una buena baza para batutar estos tiempos tan difíciles.

Funcionaria del Cuerpo de Administradores Generales de la Comunidad Autónoma de Canarias, Carolina Darias San Sebastián nació en Las Palmas de Gran Canaria, donde ha ejercido todos sus cargos políticos: concejal del Ayuntamiento, delegada del Gobierno, primera mujer presidenta del Parlamento canario y consejera de Economía y Empleo en el gobierno autonómico de coalición presidido por el PSOE. Muy vinculada a su tierra, se define «canariona, majorera y chicharrera», los tres gentilicios de Las Palmas, Fuerteventura y Tenerife. Hija de padres separados, creció muy unida a su madre, María San Sebastián, que falleció a los cincuenta y siete años víctima de un cáncer, el mismo día en que Darias cerraba un mitin electoral. Ello la marcó profundamente y dentro de la total discreción sobre su vida privada, Carolina se refiere siempre a ella como su gran referente. «Una mujer que me enseñó los valores del diálogo, respeto y el servicio público hacia los demás», dice la actual ministra de Sanidad.

Con un entorno de amigos limitado a su tierra, celosa de su vida privada, está casada con el músico José Alfonso García, miembro de un conocido grupo de folklore canario, «Los gofiones», de mucha tradición en las Islas y con más de veinte discos a sus espaldas. La pareja tiene tres hijas adoptivas que estudian en Las Palmas y con quienes la ministra es en ocasiones vista por los paisajes isleños. Su patrimonio, según consta en su declaración de bienes, consiste en dos pisos y un local en Gran Canaria. Aficionada a los viajes, recuerda uno que realizó hace años a Kenia, de cuyos cielos quedó prendada. Además de su tierra canaria, le gusta perderse por el norte de España, en especial por las playas de Cantabria, dónde suele acudir unos días durante el verano. De figura menuda, con unas gafas que cuidan una incipiente miopía, adora la cocina típica del archipiélago: el mojo picón, cocido canario, el sancocho, las papas y la llamada «ropa vieja». Su vida en Madrid ha sido de gran discreción, algo que ahora será distinto en función de sus obligadas apariciones públicas por la pandemia y los consejos interterritoriales con las autonomías.

Nadie sabe si esa grotesca frase de Salvador Illa en su toma de posesión, «vas a disfrutar», con casi noventa mil muertos a sus espaldas, es un dardo envenenado o un deseo de buena suerte. Lo cierto es que la cartera de Sanidad es en este momento un marrón de campeonato. En Moncloa justifican la decisión de Pedro Sánchez como el continuismo natural, las buenas formas y el diálogo. En el panorama político actual resulta irónico que sean estos valores, por encima de una buena formación y brillante experiencia de gestión, los que sirvan para ascender a puestos de relieve. Naturalmente, frente a un Pablo Iglesias o Irene Montero, es un activo. Carolina Darias se declara «profundamente feminista» y defensora de la igualdad de género. Su asistencia a la manifestación del 8-M le costó dar positivo en el coronavirus y mantener la preceptiva cuarentena nada más llegar a su anterior ministerio de Administración Territorial y Función Pública. Ahora, vigilante y vigilada bajo la terrible pandemia, el tiempo dirá si Carolina Darias mejora la desastrosa gestión de Salvador Illa y mete en cintura al errático portavoz Fernando Simón. Como dice el refrán, a veces no hacen falta aciertos, basta con no cometer errores.