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Menas

Deportaciones de menores por «la puerta de atrás»

Un 40% de los 750 «Menas» que aguardan en El Tarajal serán trasladados en breve

Varios menores son sometidos a pruebas de antígenos en el Polígono de El Tarajal Alberto R. RoldánLa Razón

A los pies de la barriada ceutí del Príncipe se escuchan gritos y silbidos. Provienen de las destartaladas naves del polígono industrial de El Tarajal, donde han confinado a los menores que desde el lunes han traspasado la frontera entre Marruecos y España. La zona está blindada. Furgones de policía custodian las dos entradas mientras centenares de niños y adolescentes esperan sentados. Algunos efectivos del Ejército despliegan lonas en lo alto para protegerles del sol y también de las miradas indiscretas de los cámaras y periodistas que nos acercamos a la zona. Según la Delegación del Gobierno son 750 los menores no acompañados que se encuentran en estas instalaciones. «En teoría hay algunas de las naves que están adaptadas, con duchas y algún colchón ya que fueron utilizadas para albergar a los trabajadores transfronterizos durante la pandemia», explica una mujer local a este diario.

Muchos de los menores hacen cola para someterse al test de antígenos que les están practicando a todos los que han llegado, antes de decidir su futuro. Una larga mesa con varios sanitarios toma muestras de cada uno de ellos y solo los que dan negativo pueden entrar al resto de dependencias, mientras los demás esperan ante los gritos que les propinan residentes de la zona. A 300 de ellos los trasladarán con la mayor celeridad posible al albergue de Piniers, un centro que había sido clausurado recientemente, pero que ante la avalancha de inmigrantes ha debido de ser reutilizado de nuevo, pese a su precariedad.

Jóvenes inmigrantes son a asistidos por la cruz roja y sometidos a pruebas PCR de coronavirus a su llegada a la playa de El Tarajal, junto a la valla fronteriza , en Ceuta este miércoles. La frontera de Ceuta entre Marruecos y España ha amanecido con solo unas decenas de inmigrantes que intentan llegar a nado, una situación que difiere de la registrada hace dos días, cuando llegaron 8.000 personas, la mitad de las cuales han sido devueltas, según el Gobierno español.Alberto R. RoldánLa Razón

De albergue en albergue

«Eso son un conjunto de casetas prefabricadas, es bastante mal estado, no tienen ni hormigón ni nada. Lo abrieron durante la pandemia para que los menores no acompañados («Menas») que estaban por el puerto pudieran confinarse y no estar deambulando por la calle. Lo suyo sería que los llevaran al albergue La Esperanza, pero está saturado», explica Amín, ceutí de nacimiento y que conoce bien la zona. De hecho, se habían invertido 200.000 euros en la reforma de La Esperanza recientemente, pero aun así, los cambios introducidos parece que son insuficientes para alojar a todos los recién llegados.

Sobre la situación legal de los conocidos «Menas», resulta necesario subrayar que no podrían incluirse en el régimen de «deportaciones en caliente» o «deportaciones sumarias». Tanto la Convención Internacional de los Derechos del Niño de Naciones Unidas de 1989, ratificada por España en el año 1990, como la Ley Orgánica 1/1996 de Protección jurídica del menor, establecen que «el interés primordial de menor está por encima de cualquiera otro interés» y por ello es la administración del país receptor la que debe hacerse responsables «de las personas solas menores de 18 años y velar por su desarrollo y su bienestar. No se trata de una simple protección benéfica, sino de garantizar sus derechos, dándosela respuesta adecuada y respetuosa que establecen las leyes a sus necesidades».

Aun así, un lugareño que nos pide anonimato nos reconoce que estos días ha visto cómo la policía «ha metido a varios grupos de chavales menores al otro lado de la frontera, es ilegal, pero aquí es como funcionan las cosas, cuando cree que nadie les ve lo hacen. Lo que queda claro es que quien manda en todo esto en Marruecos y que ahora juegan con los niños para vengarse de España. Esto es indecente». A última hora, los centenares de «Menas» aguardaban jugando por las calles de las naves a que alguien les dijera dónde dormir anoche.

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