Audios

Así ligaba el “Rey del Cachopo” mes y medio después de descuartizar a Heidi: “Eres mi zorrita particular. Pero solo para mí, que no se te olvide”

César Román se hacía llamar de distintos nombres y cambió totalmente de aspecto físico para pasar desapercibido en Zaragoza

El 15 de agosto de 2018 César Román Viruete ya había alquilado una habitación en un piso de la calle Portugal de Zaragoza. Eso sí, a nombre de Julio César Jurado. Solo habían pasado dos días desde que el incendio de su nave de Usera propiciara el hallazgo de los restos mortales de su última novia, Heidi, una hondureña de 25 años a quien presuntamente había descuartizado después de acabar con su vida. Román había huido a Zaragoza y allí pretendía comenzar una vida nueva. A sabiendas de que lo más prudente sería quedarse un tiempo agazapado mientras aprovechaba para cambiar su imagen (pelo rapado, barba, gafas y unos cuantos kilos menos), Román se puso a ligar a través de aplicaciones de citas de forma compulsiva, simultaneando conversaciones con hasta cinco y seis chicas a la vez. El contenido del teléfono Samsung que comenzó a usar esos días, encontrado en el registro de su casa en la capital maña cuando fue arrestado el 16 de noviembre, arroja un sinfín de archivos con fotos porno y cientos de audios donde advertía a las mujeres de sus increíbles dotes sexuales y daba pinceladas de lo que para él era intolerable: que una mujer “zorreara” (sic) con otros hombres. Así lo hizo con una mujer a quien dijo que se llamaba Jorge y que justo ese día le pillaba en París. Nada más intercambiarse los móviles para dejar de escribirse por la aplicación y poder hablar por el WhatsApp. No son ni las 21:00 horas del 30 de septiembre cuando Román, entra en acción: “¿Quieres escuchar mi voz? Pues esta es mi voz”. “Bueno amor, pues ya he llegado a la habitación, estoy entero a tu disposición, vete preguntándome cositas que quieras saber de mi”. Y en vista de que la chica está más cortada, se lanza él: “A mi me gusta una mujer sumisa y que le guste más la dominación que la humillación”. Dando rienda suelta a su imaginación a lo “50 Sombras de Grey”, el presunto asesino, sigue: “Me gusta atarte a la cama entera o solo las piernas o solo los brazos. Atar siempre tiene su parte guapa. Una cosa que me gusta es vendarte los ojos, acentúa mucho los sentidos”.

“Mi récord está en 42 veces en una noche”

El César “fantasma” que ya hemos conocido en sede judicial no tarda en salir. “El tema de los azotes es muy excitante. A mi me gusta que te corras un montón de veces sin llegar a metértela. Para mi que te corras menos de cinco veces no es haber tenido una buena noche”. Además, apunta: “Yo no tomo ninguna pastilla pero si estoy con una mujer que me gusta soy capaz de estar erecto toda la noche”. “Con una pareja teníamos el récord que se corrió cuarenta y tantas veces en una noche. Conmigo eso de echar un polvo y esperar cuarto de hora para que la polla vuelva a estar en su sitio, conmigo ese problema no lo vas a tener”.

César Román en Zaragoza, después de cometer el crimen de Heidi Paz
César Román en Zaragoza, después de cometer el crimen de Heidi PazLa RazónCedida

“Mirar a otros es portarse mal”

Después de repasar con tono de maestro todas las posturas del Kamasutra, advierte a la chica de que “Tú en la cama serás mi zorrita particular. Solo para mí”. Y poco después vuelve a recordar: “eres mía, que no se te olvide”. Obviando las frases más degradables, decenas, el presunto asesino explica a su ligue cómo va la cosa: “Si fuera de casa te portas mal, decidiré cuál es tu castigo porque no me ha gustado eso que has dicho que tú dominas: tú conmigo no vas a controlar la situación”. La chica preguntaría, por concretar, qué es exactamente portarse mal y él es bastante claro: “¿Portarse mal? Zorrear, mirar a otros hombres, intentar no obedecer. Eso es portarse mal y merece un castigo. Hay muchos tipos de castigo”. Después de seguir su línea, vuelve a recordarle: “Eres mía. Ya eres mía. Que no se te olvide”.

En los probadores de Zara

Según él, es muy “casero”: “Si yo estoy a gusto no busco nada fuera” y habla de que también le gusta hacerlo en los probadores de Zara. A colación de la profesión de la interlocutora, al parecer abogada, y de los sitios públicos, Román fantasea todo el rato en practicar sexo con la toga y vuelve a salir su esencia fantasma, dando a entender que él también controla de Derecho: “El delito de escándalo público fue eliminado del Código Penal en al reforma del 88 que yo sepa, eh”, para después añadir: “Hace años que lo estudié, pero vamos”. Y termina diciéndole que si prefiere que “coja a la zorra de la abogada de los pelos y obligarla a que me la chupe por haberme perdido el caso y la castigue”. A todo esto, a la interlocutora le explica que está en París pero que vuelve mañana, por lo que pueden quedar. Un mes después, ya mantiene relación telefónica con varias mujeres (que van entrando y saliendo de su vida en cuanto le conocen) y antes de entrar a su trabajo en el restaurante Gerardo, donde empezó el 10 de octubre (un mes antes de ser detenido) enviaba notas de voz a todas a eso de las 10:50, ya que entraba a las 11:00 horas para comenzar a preparar las tapas.

Precisamente a uno de estos audios de sexo y sumisión ha hecho referencia el agente del Grupo VI de Homicidios en su declaración de hoy. El secretario de las diligencias, que estuvo presente en casi todas las actuaciones de la investigación, ha leído esta mañana en la Audiencia Provincial de Madrid un audio en el que César decía que le gustaba la sumisión aunque la jueza le ha parado. Ha sido la declaración, hasta el momento más tensa para César, que le han tenido que mandar callar en repetidas ocasiones y no podía controlar su cabreo. Y es que el relato del policía que más conocía la investigación, contado así de seguido, le estaba dejando con muy pocas opciones de salir indemne del juicio. Y aún quedan los forenses, que explicarán, entre otras cosas, que el ADN no falla.