Defensa
España lleva años mirando al sur y, sobre todo, tratando de que la UE o la OTAN lo hagan. En numerosas ocasiones, gobiernos de diferentes colores han repetido que la seguridad en África es la seguridad de España y, por tanto, de Europa. No en vano, nuestro país es una de las puertas de entrada al viejo continente y el Mediterráneo, un corredor por el que transitan los tráficos ilícitos que salen de sus costas. Por eso, la estabilidad de los países africanos, sobre todo los del área del Sahel, es un objetivo primordial en la estrategia de seguridad de España, que lleva años intentando que países como Mali, Somalia o República Centroafricana sean capaces de garantizar su propia seguridad y no se conviertan en santuarios yihadistas. De ahí que este teatro de operaciones sea uno de los principales de las Fuerzas Armadas españolas, que potenciarán su presencia allí con el despliegue de tres helicópteros en Mali y el anuncio de una nueva misión en Libia.
Actualmente, España tiene desplegados en una quincena de operaciones por todo el mundo cerca de 3.000 efectivos y, de ellos, unos 1.000 en África. Esto es, las botas de uno de cada tres uniformados españoles en misión internacional pisan suelo africano.
«Esta será la década de España en África», dijo en marzo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la presentación del plan «Foco África 2023», con el que mostraba su apoyo a la paz y estabilidad del continente. Unas palabras muy similares a las que pronunció hace unas semanas en Libia, donde apuntó que este país, que vive un alto el fuego tras más de una década en guerra, «atraviesa un momento histórico y España quiere a estar a su lado». Así anunciaba la participación, como observadores, de militares, guardias civiles y policías en la misión de Naciones Unidas para la verificación de ese proceso de paz.
Porque España quiere formar parte de ese resurgir africano y para ello es vital garantizar su estabilidad. Y Libia es clave, pues sus costas llegaron a convertirse en la puerta de salida de cientos de miles de migrantes, además del origen de tráficos ilícitos y existía el riesgo de que se convirtiera en un estado fallido más, pudiendo ser aprovechado por los terroristas. «La estabilidad libia es clave para la paz en el Mediterráneo y en el Sahel», sentenció el presidente.
La de Libia será la nueva misión en la que participarán los efectivos españoles, en la que llevarán a cabo labores de supervisión y no irán armados, pero España quiere hacerse ver y dejar claro su interés por la estabilidad de la zona. Aún se desconoce la fecha de inicio, pero serán cinco los militares que se desplegarán con dos guardias civiles y dos policías. Actuarán bajo paraguas de Naciones Unidas y supervisarán el cumplimiento del alto el fuego alcanzado en diciembre.
A este estreno se une otro en Mali, donde el Ejército de Tierra desplegará por primera vez helicópteros de transporte NH-90 «Caimán», los cuales se estrenan en una misión internacional. La pasada semana llegaron los 62 efectivos que conforman la unidad y los aparatos ya están de camino.
Así, la participación española en la misión de entrenamiento de la UE, que desde enero manda un general español, aumenta hasta los 592 militares, más de la mitad de los cerca de 1.000 de 25 países que la componen. El nuevo mandato amplía la zona de acción para desplazarse por todo el país a instruir al Ejército maliense. Pero también a otros como Burkina Faso, Chad, Mauritania y Níger. De ahí que el despliegue de helicópteros sea clave.
Y para apoyarles, a ellos y a otras misiones europeas, España tiene dos aviones C-295 en el «Destacamento Marfil» de Senegal. Un contingente en el que se integró el equipo que había en Gabón para apoyar a las misiones en República Centroafricana y que se desmanteló para centrarse en el Sahel. En la capital de este último país, Bangui, ocho militares españoles adiestran y asesoran a sus Fuerzas Armadas en el marco de otra de las misiones de la UE.
Lucha contra la piratería
Una tarea, la de adiestramiento bajo el paraguas de la UE, que también llevan a cabo una veintena de militares en Somalia, otro punto caliente e inestable. Tanto, que sus costas llevan desde 2009 siendo surcadas por buques de la Armada y vigiladas por aviones del Ejército, pues el Cuerno de África es un punto de especial interés por la piratería que amenaza a la flota pesquera o a los barcos del Programa Mundial de Alimentos. Para protegerlos, España contribuye ininterrumpidamente a la misión «Atalanta» con una fragata y un avión basado en Yibuti.
Allí la piratería es ya casi residual, mientras crece en el otro extremo del continente: en el Golfo de Guinea. Por ello, las Fuerzas Armadas realizan varios despliegues anuales para colaborar con los países de la zona en lo que se conoce como «Diplomacia de Defensa», donde se enmarca el «Despliegue africano», que incluye un buque: el «Vigia» acaba de partir para relevar al «Furor». La UE lleva años planeando una operación permanente en la zona, infestada de terroristas, organizaciones criminales o piratas. De momento, prueba con la «Presencia Marítima Coordinada», en la que colaboran varios países. Y España apoya crear dicha misión.