Investigación

Tomás Gimeno pensaba huir tras matar a Anna y Olivia pero cambió de opinión al encontrarse con la Guardia Civil

La familia de Beatriz Gimeno sostiene que decidió quitarse la vida porque no habría soportado la reacción de la sociedad contra él

Tomás Gimeno, en un vídeo publicado por 'Viva la vida'
Tomás Gimeno, en un vídeo publicado por 'Viva la vida'La Razón

El buque Ángeles Alvariño ha cumplido un mes en aguas canarias buscando los cuerpos de Anna y Olivia y el de su padre Tomás Gimeno. El trabajo está siendo ímprobo y han conseguido hitos que al principio eran impensables. El temporal y el mantenimiento de la embarcación van a obligar a parar la búsqueda durante unos días y es momento de hacer balance.

Con el paso de los días, la familia de Beatriz Zimmermann y su portavoz, el presidente de SOS Desaparecidos Joaquín Amills, han asumido que las intenciones del padre de las niñas eran hacer el mayor daño posible a su ex pareja. Lejos quedan los primeros días en los que estaban convencidos de que Tomás se había llevado a sus hijas y que las estaba cuidando. Nada más lejos de la realidad.

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Según ha explicado Amills en Espejo Público, Tomás lo tenía todo planeado. Quería acabar con la vida de las niñas, hacerlas desaparecer y escapar para que Beatriz se pasara toda la vida sufriendo por no saber qué le había ocurrido a las niñas y con el miedo de que en cualquier momento apareciera Tomás en su vida. Pero hubo una circunstancia que hizo cambiar de opinión a Tomás. Según argumentó Amills, el encuentro con la Guardia Civil fue crucial. “Lo tenía todo estudiado y lo hizo todo de forma robótica, excepto la última parte, la de quitarse la vida”. De esta forma, el hecho de quitarse la vida no fue por arrepentimiento, si no por “el miedo de enfrentarse a la sociedad”. Alguien con el ego tan grande no iba a poder soportar lo que se diría de él cuando se conociera lo ocurrido.

Los investigadores son de la misma opinión y considera que era una persona narcisista, que quería quedar como un héroe, pero que decidióquitarse la vida para no quedar mal ante la sociedad y ser considerado un cobarde por huir.

El buque oceanográfico Ángeles Alvariño lleva un mes buscando los restos de Anna y Olivia y de Tomás Gimeno
El buque oceanográfico Ángeles Alvariño lleva un mes buscando los restos de Anna y Olivia y de Tomás GimenoEuropa PressEuropa Press

Según indicó el portavoz de la familia de las niñas de Tenerife, Gimeno tenía preparados dos planes. El primero, huir y el segundo, quitarse la vida, hipótesis que parece que fue la más probable. Amills considera que cuando Gimeno salió la primera vez para deshacerse de los cuerpos de las niñas tuvo un encuentro con la Guardia Civil, que le recriminó que estuviera en el mar pasado el toque de queda. Eso explicaría que Tomás cambiara de opinión y que regresara a puerto para comprar un cargador de móvil, cargar su dispositivo y a volver a navegar. Su teléfono estuvo activo hasta casi las dos de la mañana, tiempo en el que envió numerosos mensajes y alguna llamada.

En opinión de Amills, “Tomás Gimeno pensó en escapar, pero al ver a la Guardia Civil, cambió de decisión y se suicidó. Cuando sale de nuevo al mar, después de haber asesinado a sus hijas y haberse cruzado en el puerto con la policía, tarda dos horas en suicidarse”, lo que puede indicar que no lo tenía tan claro y que lo estuvo alargando hasta armase de valor para hacerlo.

De hecho, la forma en la que se habría quitado la vida apunta a esta teoría. Tras encontrar las dos botellas de oxígeno pequeñas, la principal hipótesis es que Gimeno no quisiera sufrir. Se ató un lastre de unos 8 kilos y se lanzó al mar, pero según iba descendiendo, iba respirando de las botellas de oxígeno para caer inconsciente y que el cinturón del plomo que llevaba en la cintura lo lastrara hasta el fondo.

Según los cálculos de los investigadores, Gimeno podría haber quedado a merced del peso a una profundidad de unos 70 metros, en la que existen bastantes corrientes de agua, lo que ha provocado que a pesar de haber encontrado las bombonas,todavía no se haya podido localizar su cuerpo, que pudo quedar a merced del mar en su descenso a las profundidades.

En este punto, se mostró esperanzado de que se pueda encontrar el cuerpo de Tomás para que Beatriz “pueda cerrar este círculo”.

Otro de los aspectos sobre los que habló el portavoz, es de la familia del padre de Anna y Olivia. Amills lamentó que nadie se haya puesto en contacto durante este tiempo con Beatriz. “Muchos miembros de su familia se habían alejado de Tomás porque era muy agresivo, había habido peleas bastante grandes. Agresiones, incluso”, añadió.

Un plan perfectamente estudiado y ejecutado con mucha sangre fría

Tomás Gimeno recogió a las niñas el pasado 27 de abril y las llevó a su casa de Igueste de Candelaria (Tenerife). A pesar de que en ninguno de los seis registros realizados se encontraron evidencias sobre el uso de fármacos, los investigadores siguen defendiendo que drogó a las niñas y que posteriormente acabó con sus vidas. Este extremo se confirmará en las próximas horas, cuando se haga público el informe definitivo de toxicología del cadáver de Olivia. Después, metió sus cuerpos en bolsas de deporte y cogió otros enseres y los metió en el maletero del coche. Antes de llegar al puerto, paró en casa de sus padres para dejarles a escondidas a su perro y sus tarjetas de crédito con las claves. También le hizo llegar a su novia un paquete con unos 5.000 euros y una carta en la que le decía que se marchaba con las niñas.

Sobre las 21 horas llegó al puerto, aparcó el coche e hizo tres viajes hasta su barco para llevar los restos de las niñas y bolsas con ropa y la sillita del coche de Anna. Después zarpó y se lanzó por la borda los cuerpos de las niñas, lastrados con el ancla. El cuerpo Olivia quedó dentro, pero la bolsa en la que iba Anna se rajó antes de llegar al fondo y eso hizo que no haya podido ser encontrada.

Agentes de la Guardia Civil inspeccionan el barco de Tomás Gimeno
Agentes de la Guardia Civil inspeccionan el barco de Tomás GimenoRTVCRTVC

De regreso a puerto para cargar el teléfono, se encontró con una patrullera de la guardia civil, que le recriminó que estuviera en el mar más allá del toque de queda por el coronavirus.

Gimeno ya había ejecutado su primera parte del plan y necesitaba un cargador de teléfono para poder despedirse de algunos amigos y para dar esperanzas a Beatriz, a pesar de que ya había matado y lanzado al mar a las niñas. Su teléfono siguió dando señal hasta cerca de las dos de la mañana. Todo había salido tal cual había planeado. Había dejado pistas para confundir y que se pensara que había huido con las niñas. Además, lanzó a las niñas en un punto y se había trasladado a otro.

Después llegó el momento de tomar una decisión. Huir iba a ser complicado después de haberse topado con la Guardia Civil. Solo le quedaba quitarse la vida y desaparecer, la mejor manera de que Beatriz sufriera de por vida. Y lo hizo. Saltó por la borda con un cinturón cargado con 8 kilos de plomo. Durante el descenso fue realizando las paradas necesarias para no sufrir problemas con la presión. Hasta que llegó a un punto de no retorno, en el que aunque hubiera querido no podía volver a la superficie. Ahí es cuando inhaló el oxígeno puro para quedarse inconsciente y dejarse llevar por el lastre hasta el fondo marino. Una “muerte dulce” para un objetivo atroz.