Anna y Olivia

Así es Tomás Gimeno: “desconfiado y con escaso control de sus actos”, según un análisis de su cerebro

Un experto en morfopsicología analiza los rasgos del desaparecido para descifrar sus patrones de conducta

Cualquier granito de arena es bueno para ayudar en la ya desesperante búsqueda de Anna y Olivia, las niñas de 1 y 6 años desaparecidas con su padre en Tenerife el pasado 27 de abril. Mientras el equipo de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Tenerife no deja de realizar diversas gestiones y comprobaciones, siguen con las esperanzas puestas en que el sónar del buque oceanográfico Ángeles Alvariño les ayude en la búsqueda de las pequeñas. Por otra parte, el servicio de Análisis de la Conducta o “Análisis del Comportamiento Delictivo” de la Guardia Civil está trabajando en perfilar la personalidad de Tomás Gimeno, el padre de las niñas y el responsable de todo esto. En esta línea, el experto Javier Torregrosa, investigador en Comunicación no verbal Científica y director del Máster de la Fundación Empresa en la Universidad de Alicante, nos da siete claves de la personalidad de Gimeno que, a su juicio, podrían ayudarnos a entender qué pasó.

Neurociencia para entender cómo funciona su cerebro

Según Torregrosa, este análisis “del cerebro, psique, personalidad y conducta” de Gimeno, tiene sus raíces en la morfopsicología, basada en el estudio del cerebro y su relación con el rostro humano. “La psicología del rostro o morfopsicología es una disciplina científica inicialmente clínica-médica, derivada de la neurociencia, que contempla las conexiones y similitudes entre las partes del cerebro y su funcionamiento, con la estructura y partes del rostro humano, de una manera contrastada estadísticamente”, explica el experto.

De frente y de perfil

En este campo, la diagnosis y lectura del rostro, se trabaja básicamente en dos estructuras: una nos lleva a la “interpretación psicológica” del rostro visto de frente, que nos hablará de “las competencias y cualidades del sujeto, así como de sus puntos de mejora”. “La otra siempre se observa y estudia de perfil y nos dará la lectura de en qué partes hay control, protección y ralentización y en cuáles espontaneidad y rapidez y acción”.

Igual que los expertos de Análisis de la Conducta de la Guardia Civil se han tenido que entrevistar con familiares y amigos de Tomás Gimeno, al que todos conocían por “Tomy”, es importante saber cómo le describían al principio (muy “padrazo”, protector con las niñas y buena persona) poco a poco fueron saliendo a la luz otros aspectos menos amables de su biografía y que hablaban de una cierta incapacidad para contener sus impulsos: tenía antecedentes policiales por asuntos de tráfico, había quemado un coche viejo para cobrar el seguro, era (según sus propias palabras) un “ganador nato” y no sabía perder y, lo más grave, agredió a la nueva pareja de su ex mujer, quizás relacionado con ese no “saber perder”.

12 pares de nervios craneales

Pero ¿qué dice la fisionomía de Tomás de él mismo? Según el experto hay que tener en cuenta que “el encéfalo está único al rostro directamente a través de 12 pares de nervios craneales”. Éstos, al parecer, son los únicos que no están conducidos a través de la médula ósea, sino que se unen directamente al rostro “y así nos permiten obtener una información vital en la conexión y similitud entre cerebro y cara, así como en el conocimiento e interpretación de las microexpresiones”.

Con una imagen de frente del desaparecido, donde se puede analizar el cerebro y el rostro, el investigador aprecia “patrones de una persona pasional, emocional y que percibe las emociones de un manera muy intensa”. Y añade: “la unión de estas tres características psíquicas haría de él una persona muy susceptible en todo lo emocional. Le afecta mucho todo lo que le concierne de manera emocional, sintiéndose herido, perjudicado y agraviado en muchos de los casos, ya que su manera de percibir emociones es muy intensa e hiriente. Lo podemos observar en las abolladuras de su rostro (pequeños entrantes y salientes), en su zona emocional ancha (la zona emocional es la zona central de la cara) y en su nariz ancha en la base y con los orificios nasales muy abiertos”.

Poco control de sus actos

“Si nos fijamos en sus cejas, éstas con los extremos internos más bajos, con forma inspirada en unas “cejas de Ira”, y en su boca carnosa, la que no indica que es una persona con una comunicación a veces directa. Además, podemos observar dos zonas esencialmente cortas, con poca altura; estas son la zona cognitiva y la emocional”. Las zonas cortas, según explica el experto, confieren un “menor control sobre los actos”.

Si unimos diferentes ítems, algo imprescindible para obtener información fidedigna, a juicio de Torregrosa, encontramos a una persona tremendamente susceptible. Lo dicen, al parecer, “la boca carnosa (expresión abrupta), cejas de Ira (emociones de ira), zona emocional dilatada (emocionalidad), abolladuras (pasión), nariz abierta y vibrante (susceptibilidad) y zonas cortas (pérdida de control)”. Esto habla de una persona “emocional, susceptible y que, en los casos que una emoción le supere, podría perder los nervios y reaccionar sin demasiado control, incluso en algunos casos con cierta agresividad”.

Distante y desconfiado

Del análisis de la imagen de perfil de Gimeno, el investigador sostiene que en sus primeras tomas de contacto con otras personas Tomás se comportaría como “una persona algo distante, y sobre todo, desconfiado con los demás”. “Se muestra distante y cauteloso, aún más cuando aún no conoce suficiente a la persona. Nos lo dicen sus ojos hundidos dentro en los arcos superciliares”.

Sus pómulos ligeramente hundidos, sugieren que es una persona que no se abre emocionalmente: “No comparte sus sentimientos, cuestión que puede provocar en él resentimiento y agravamiento de las emociones negativas internas al no liberarse de ellas”.

También es una persona “de acción y decisión”. “Cauteloso al principio, pero de rápida acción después. Echado para adelante como nos indica su frente inclinada y su cara proyectada hacia delante. Podemos intuir que no es una persona de preparar, madurar y reflexionar excesivamente estrategias durante largos periodos de tiempo, sino más bien de “pensar y actuar”, y de manera “rápida y decidida”, ya que suele tener mucha rapidez y avidez mental”

Para concluir todo este análisis, el padre de las niñas Anna y Olivia es, a juicio de este experto, alguien “desconfiado, emocional, pasional, susceptible y con cierto rencor, lo que nos hace pensar que se ha visto agraviado emocionalmente, posiblemente con su ex pareja, como resultado, de manera rápida, ha optado por actuar y llevar a cabo de una manera abrupta, influenciado por su emociones”.

Una ciencia en Francia

Aunque tenga bastantes detractores, Torregrosa recuerda que el origen de la morfopsicología reside en Francia, donde está muy instaurada en investigación clínica, formación universitaria y sobre todo en la medicina psiquiátrica. “Parte del estudio del cerebro, sus capas y hemisferios, justo en la parte donde la neurociencia es aplicada a la personalidad y conducta humana”. Es, por tanto, una disciplina de origen clínico aún apenas conocida en España, pero muy instaurada en Francia. Allí, según el profesor, “se atreven a catalogarla de ciencia, ya que supera el 95% de fiabilidad”.