Brahim Ghali

Buena vecindad

Brahim Ghali permaneció ingresado convaleciente del Covid en un hospital de Logroño desde el 18 de abril al 1 de junio de este año
Brahim Ghali permaneció ingresado convaleciente del Covid en un hospital de Logroño desde el 18 de abril al 1 de junio de este añoFateh GuidoumAP

La polémica por los errores en el procedimiento de repatriación a Marruecos de los menores que entraron irregularmente en Ceuta ha tapado un importante cambio de actitud y de disposición de nuestro vecino mediterráneo. Las autoridades marroquíes nunca van a reconocer que la decisión de levantar los controles fronterizos y permitir que miles de personas desbordasen la frontera entre ambos países fue un error estratégico y político, que acarreó una imagen indeseada de su propio país. En diplomacia las entonaciones públicas de mea culpa no son muy frecuentes y el lenguaje de las relaciones internacionales se rige por códigos más complejos y enrevesados. Tampoco las autoridades españolas van a hacer lo propio respecto a cómo se gestionó la entrada y estancia del líder del Polisario en España, sin que la misma pueda en absoluto justificar la reacción incomprensible de Marruecos.

Pero la realidad siempre es más tozuda que las decisiones tomadas en caliente y que las consecuencias que acarrean. Y esa realidad basada en la proximidad geográfica y las intensas relaciones económicas, humanas y geopolíticas es la que ha llevado a ambos gobiernos a hacer gestos de distensión, imprescindibles para normalizar la situación. El resultado de las elecciones en Marruecos y el triunfo del RNI, un partido de corte liberal próximo a la jefatura del estado, hacen aún más necesario que entre ambos países se recupere la confianza y el buen clima que ha imperado en el pasado.

España y Marruecos se necesitan y sus gobiernos precisan que, al margen de discrepancias territoriales históricas, se retome la normalidad que debe imperar entre dos vecinos condenados a entendernos. Son tantas las materias en las que ambos países deben coordinar sus esfuerzos y tanto lo que ambos nos jugamos en materia de seguridad, prosperidad y desarrollo para ambas orillas, que ninguna discrepancia, por profunda que sea, debería dar lugar a actos que supusieran graves perjuicios para ambos. En los próximos meses sería deseable que la normalización de las relaciones culminase con la celebración de la Reunión de Alto Nivel (RAN) instituida entre ambos socios, que se ha sido retrasa por diversas circunstancias y con variadas excusas. Esa cumbre sería un signo inteligente de la recuperación de la buena vecindad.