Conflicto diplomático
La postura “secretista” de Laya echa “leña al fuego”, advierten desde Marruecos
Se interpreta que la ex ministra ha decidido constituirse en “muro” para que no existan más responsables de la decisión de acogida
“La declaración de la ex ministra González Laya, en el sentido de acogerse a una ley de secretos oficiales en el asunto Gali, lo que único que consigue es echar más leña al fuego”, según han comentado a LA RAZÓN medios jurídicos marroquíes.
Se preguntan qué se trata de esconder sobre la acogida en secreto del jefe del Frente Polisario, algo que se trató de ocultar a Rabat desde el primer momento, probablemente porque quienes protagonizaban este hecho eran conscientes de que daban amparo a un individuo que tenía declarada la guerra a Marruecos desde noviembre del año pasado.
No parece, según estos medios y a falta de alguna reacción oficial, si es que se llega a producir, que la declaración de Laya y el proceso judicial que se sigue en Zaragoza, vayan a enturbiar el clima de restablecimiento de la normalidad de las relaciones diplomáticas entre las dos naciones. Pero tampoco es un factor que contribuye a consolidarlas.
Sin embargo, el que Laya quiera frenar la asunción de responsabilidades en el caso Ghali y que manifieste que hay aspectos del mismo que deben permanecer en secreto, hace pensar que determinadas decisiones que se tomaron en su momento podrían causar un mayor malestar, si cabe, en Rabat.
Una explicación fácil para explicar la acogida de Gali, solicitada por Argelia (según ha confirmado la propia Laya) sería el de las negociaciones del suministro de gas a España y los problemas que se derivan del próximo cierre de uno de los gaseoductos (precisamente el que atraviesa Marruecos) a finales de este mes. Sin embargo, en abril, cuando llegó el avión que traía al jefe polisario a la base militar de Zaragoza la situación de suministro no parecía tan problemática.
¿Qué otros aspectos deben permanecer ocultos a la opinión pública? Los que participaron en la toma de decisiones sobre la venida de Gali parecen claros, aunque Laya haya decidido constituirse en muro que no va a ser traspasado. A una decisión de tanta trascendencia no puede ser ajeno el presidente del Gobierno y cabe preguntarse si el viaje contó con algún otro tipo de cobertura que no haya sido citada hasta el momento.
En todo este embrollo hay un nombre y un partido que han permanecido aparentemente al margen: el del entonces vicepresidente Pablo Iglesias y Podemos, cuyas buenas relaciones con el Frente Polisario y con Brahim Gali son conocidas, En ningún momento se les ha citado en el proceso de decisiones que concluyeron con la llegada del polisario a España, aunque cuesta creer, aunque sólo fuera a través de sus fuentes saharauis, que no tuvieran conocimiento de lo que acontecía.
España, y así lo ha manifestado el Gobierno, aspira a mantener buenas relaciones con dos países actualmente enfrentados y que son vitales para la estabilidad del Magreb: Marruecos y Argelia. Además de otros asuntos no menos importantes, está el de la inmigración ilegal en el que, al menos sobre el papel, Rabat muestra una mayor colaboración que Argel, desde donde el flujo de inmigrantes es constante al archipiélago balear y la costa levantina sin la posibilidad geográfica de las devoluciones en frontera.
Los citados medios jurídicos tampoco se explican si, como se ha asegurado, Gali tenía documentación española en regla (nació en Smara, una ciudad del Sáhara que entonces era provincia española) por qué no la utilizó y arribó con otra a nombre de un individuo que no se correspondía con su identidad. En cualquier caso, la petición de Argelia para que Gali fuera cogido en nuestro país, algo imposible de ocultar, estaba llamada a crear el conflicto con Rabat que inmediatamente se generó.
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