Memoria Histórica

Cemento e incógnitas sobre la supuesta fosa de Andreu Nin, 85 años después

No hay noticias acerca del enterramiento localizado en 2008 cerca de Alcalá de Henares

En el verano de 1937 aparecieron pintadas que decían: «¿Dónde está Nin?». Los comunistas escribían debajo: «En Salamanca o en Berlín»
En el verano de 1937 aparecieron pintadas que decían: «¿Dónde está Nin?». Los comunistas escribían debajo: «En Salamanca o en Berlín»fotoLa Razón

El paradero de los restos de Andreu Nin, líder del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), sigue siendo un misterio 85 años después. Las fuentes historiográficas apuntan a su muerte a manos de agentes de Stalin, pero no hay ninguna certeza sobre qué fue del cenetista, aunque en 2008 se estuvo aparentemente cerca de descifrarse la incógnita. En febrero de ese año, durante unas obras para construir un muro perimetral en el acuartelamiento Primo de Rivera de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares, se localizaron unos restos humanos correspondientes a víctimas de la Guerra Civil presuntamente asesinadas por el Frente Popular. Mucho se conjeturó entonces sobre si allí estaba el histórico dirigente del POUM, que se cree pasó sus últimas horas de tortura en un chalé cercano. Detenido en junio de 1937, habría estado en un «hotelito» de la avenida de Guadalajara complutense, perteneciente a un militar republicano, en el que se alojó Ignacio Hidalgo de Cisneros –jefe de la Aviación republicana–con su mujer, Constancia Mora Maura, y del que fue sacado Nin para su destino final, según describe José María Zavala en su libro «En busca de Andreu Nin». Un epílogo que pudo ser escrito al nordeste de la ciudad, en la carretera hacia Meco, en terrenos que hoy ocupa el campus de la universidad de Alcalá, aunque testimonios como el de Zavala sitúan el desenlace en la carretera que une las localidades madrileñas de Perales de Tajuña con Alcalá.

Todo el aparato de propaganda comunista repitió aquel verano una versión: Andreu Nin, aunque se pretendiese líder revolucionario del POUM, era en realidad un agente de la Gestapo que había desertado de la defensa de la República para pasarse al enemigo y vivía a lo grande en zona «nacional» o en Alemania. En algunas ciudades aparecieron pintadas que decían: «¿Dónde está Nin?». Los comunistas se dedicaron a escribir debajo: «¡En Salamanca o en Berlín!».

No es de extrañar que se creara gran expectación con el descubrimiento de la supuesta fosa del líder del POUM, en plena primera fase de la Ley de Memoria Histórica de 2007 del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque se tratara en este caso de asesinatos cometidos por el Frente Popular. La Fundación Andreu Nin consideró en declaraciones a Europa Press que tendría «cierta lógica» que sus restos estuvieran allí, aunque posteriormente lo pondría en duda.

En el centro de la imagen, con gafas, Andreu Nin
En el centro de la imagen, con gafas, Andreu Ninlarazon

Años después de que se cubriera el tema «con un manto de silencio y de cemento, según denuncias», la Asociación de Memoria Histórica Raíces ha localizado el enterramiento en la página web del mapa de fosas que ha consignado el Gobierno de Pedro Sánchez. Allí aparece con el número de registro 2502/2012 MADR, dentro de la tipología de «ejecuciones extrajudiciales» y con el estado de intervención de «exhumada total», por medio de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, a la que pertenece «el principal asesor de fosas en nómina del actual Gobierno socialcomunista, [el forense] Francisco Etxeberria», apuntan desde Raíces.

A la asociación le «extraña mucho» que dicha exhumación «no haya sido trasladada a la opinión pública cuando el PSOE anda en muchos otros lugares en España abriendo cientos de fosas y emitiendo infinidad de notas de prensa y de fotografías». En cuanto a «esta misteriosa fosa» se dice en la web que «el número de cráneos y mandíbulas, junto al buen estado de conservación de los huesos largos, entre otros, han permitido individualizar un total de 7 cuerpos; de ellos 5 son masculinos, otro de mujer, y en un caso no se ha podido determinar su sexo. Todas las lesiones traumáticas se localizan a nivel craneal por lo que se trata de ajusticiamientos mediante disparo de arma corta a poca distancia».

Para Raíces, «llama la atención cómo define» el texto lo que son muertes por disparos a la cabeza como «lesiones traumáticas (que) se localizan a nivel craneal».

Desde la asociación se han dirigido a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática en base a la Ley de Transparencia, para reclamar «copia de la documentación de todas las actuaciones realizadas en esa fosa, incluidos los informes de la entidad informante (Sociedad de Ciencias Aranzadi); información de balística sobre las balas ejecutoras y sobre los enseres personales hallados (ropa, símbolos religiosos, etc...); conocer el destino actual de los restos, pues aparece como exhumada total; clarificación sobre si se han identificado esos restos humanos y si se han hecho pruebas de ADN con las posibles familias de las víctimas, y en particular con la familia Nin; expediente completo de todo con los informes oficiales desde que se descubrió la fosa hasta el momento presente, y en especial los informes que ordenaron la paralización de las actuaciones tras su descubrimiento».

La Asociación Raíces manifiesta la necesidad de «clarificar esta fosa que tanta expectativa informativa creó entre la opinión pública al objeto de dar transparencia ante el silencio del PSOE». Raíces denuncia además que la Sociedad de Ciencias Aranzadi, a la que pertenece el forense Etxeberria, «carece de la debida independencia y objetividad para este tipo de actuaciones de arqueología forense por su vinculación con el Gobierno socialista y su interés personal y económico como asesor del mismo», y que «lo mínimo que debería hacer este Gobierno es dar información y transparencia sobre las circunstancias personales de las víctimas localizadas en dicha fosa, que fueron asesinadas de un tiro en la cabeza».

Un enterramiento clandestino y reutilizado

Los operarios, que trabajaban con máquinas excavadoras, no se percataron en un primer momento de los restos óseos humanos, hecho que descubrió después personal civil y militar de la BRIPAC destacado en la base de Alcalá de Henares. Los hechos se pusieron en conocimiento de los superiores del cuartel Primo de Rivera, que los trasladaron al Juzgado Togado Militar número 11. El titular del juzgado castrense se personó en la zona, acompañado por agentes de la Policía Judicial, un médico forense y un secretario judicial de Alcalá. El equipo dirigido por el magistrado procedió a la recogida de los restos óseos y los efectos encontrados –hebillas y botones, entre otros–, abrió diligencias previas para esclarecer el hallazgo y ordenó la paralización de las obras para que se realizara una inspección más intensiva de todo el terreno. El desorden en que aparecieron los restos evidenciaría que su enterramiento fue clandestino, e incluso podría haber sucedido que la fosa fuera abierta y clausurada en varias ocasiones para almacenar nuevos cadáveres.